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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

30 dic 2010

Cap. 38 Secuestro.

La pareja empezó a platicar, lo mejor era olvidar todo por un momento. Debany se tomaba su medicamento y Tom la ayudaba a remojar el trapo. Un rato más hablando y después se quedaron dormidos.

Las dos parejas dormían, al fin tranquilamente, aunque los gemelos seguían preocupados.
Al día siguiente Debany aún tenía fiebre, pero no tan alta, Marcela seguía insistiéndole a Bill que siguieran con la gira que ellas iban a estar bien de rato, poco convencido, aceptó, pero todavía faltaba Tom.
-Ve Tom, no puedes dejar a las fans así
-¡No quiero dejarte sola! –Reprochó.
- No lo estaré, Marcela va a estar conmigo –Le respondió tomando su mano.
-Okey –Respondió cansado- ¡Pero no saldrán sin un guardaespaldas!
-Sí Tom, lo sé, no te preocupes. –El guitarrista se acerca a ella y le besa la frente- Como deseo acompañarte.
-Yo también lo deseo –Le contestó haciendo una mueca.
-Como quiera sabes que te apoyo ¡estés en donde estés!
-Y yo estando lejos te estaré protegiendo –Debany sonrió.
-Bésame.
El de rastas rápidamente se acercó a los labios de la chica. Comenzó siendo un beso tranquilo y terminó siendo uno apasionado. Las manos de Tom estaban en el cuello de Debany mientras que ella acariciaba su espalda.
-Quiero hacerte mía –Le susurró en su oído.
-Tom, estoy…
-Débil… lo sé–Aún así las caricias y los besos iban subiendo cada vez más de nive.









Bill y Marcela estaban en la sala. De rato bajaron Tom y Debany con una gran sonrisa. Los gemelos se iban a ir en la noche.
Todo el día transcurrió tranquilo, gracias a dios. Los hermanos preparaban las últimas cosas para irse al aeropuerto junto con Georg y Gustav. Fer, Ingrid, Kathia y Andreas también se iban a ir con ellos a América.
Ya era hora de irse al aeropuerto. Debany no los podía acompañar ya que tenía que estar guardando reposo, pero ella y Tom se despidieron de una manera especial. Marcela los iba acompañar hasta en el aeropuerto, así que dejaron a un guardaespaldas encargado de cuidar a Debany mientras llegaba su amiga.
Ya era tarde, Debany descansaba en su habitación, el guardaespaldas miraba la televisión, mientras poco a poco le ganaba el sueño.
La puerta trasera se abría despacio, hizo un pequeño sonido, un rechinido. El guardaespaldas logró escucharlo así que fue a fijarse a ver qué pasaba, no había nada ni nadie. Se sirvió un vaso de agua y se volvió a sentar en el sillón viendo tranquilamente la televisión, no había nada bueno a esas horas así que le estaba dando mucho sueño, fue cerrando los ojos y sin darse cuenta se quedo dormido, pero otro ruido hizo que se despertara. Volvió a checar la parte baja y luego subió en las habitaciones, no había nadie. Volvió a bajar y se terminó de tomar su vaso con agua, cuando se sentó empezó a sentirse mareado, su vista iba nublándose hasta que no vio nada y de eso cayó dormido.
Debany dormía tranquila, ya estaba mejor de la fiebre. Él la observaba desde el otro extremo de la habitación, en silencio. Se acercó hasta ella y comenzó a acariciarle el cabello, Debany sintió el tacto de esa persona, abrió lentamente los ojos. Primero vio borroso, volvió a pestañar y ahí lo vio, al causante de todo su sufrimiento. Iba a gritar pero el rápidamente le tapo la boca, Debany comenzó a sollozar.
-Shh, no voy hacerte daño. –Debany negaba con la cabeza, mientras las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos- No sabes cómo te extrañe –Se acercó a su rostro para darle un beso en la frente pero Debany se quitó- ¿No vas a dejar que te bese? ¿¡NO?! –Debany logró que Miguel quitara su mano.
-¡No! –Gritó. Logró levantarse y correr pero pronto Miguel la alcanzó y la acorralo contra la pared-¡Suéltame idiota! –Le gritó moviéndose para que la dejara.
-Shh, ¡Tranquila! No voy a lastimarte
-¡Jah! Por dios Miguel ¡esa ni tú te la crees! ¡Quítame las manos de encima! –Luchaba contra él, pero era inútil
-¡Cállate! –Comenzaba a enojarse.
-¡No!
-¡Es por tu bien!
-¡No! ¡Suéltame ya!
-¡Ya cállate! –Gritó furioso y le da una cachetada- Deb… mi querida Deb, es hora que sepas toda la verdad –Volvió a decir tranquilo esbozando una sonrisa.
-¿Qué quieres de mí? –Preguntó asustada rompiendo a llorar, él suspiro.
-Todo.
-Eres un maldito enfermo –Le dijo entre dientes.
-Lo soy por ti –Dijo enamorado... Locamente enamorado- Ahora ven conmigo.
-No lograrás tu meta -Le aseguró.
-¿Quieres apostar? –Preguntó estirando su cabello.
Se la llevó casi a rastras de ahí. Debany luchaba, pero Miguel era un poco más fuerte. Sentía el dolor que le causaban los rasguños, golpes y mordidas de ella, pero la obsesión que le tenía era más fuerte. Antes de salir Debany vio al guardaespaldas inconsciente en la sala.
-¿Qué le hiciste? –Preguntó con su voz quebrada. Él se acercó a su oído y le susurró.
-¿En verdad quieres saber?
-¡Eres un loco! –Le gritó golpeando su pierna
Miguel hizo un gesto de dolor, pero aún así no la soltó, al contrario, la lastimó más haciendo que se quejara.
-Escúchame bien –Avisó estirándole más el cabello- Vamos a salir como si aquí no pasará nada ¿okey? Porque si gritas...
-¿Qué? ¿Me matarás? –Preguntó irónica.
-¡Eso quisieras! Si gritas mataré a cada uno de tus queridos amigos
-¡No te atrevas a hacerles daño!
-No lo are... si vienes conmigo –Le prometió.
-Está bien, iré contigo –Le respondió entre dientes.
-¡Perfecto! –Soltó satisfecho- ¿Ves? Qué te cuesta cooperar.
Salieron y se aproximaron hasta un carro, muy lujoso, que los esperaba a unas casas de ahí. Debany pudo observar una patrulla no muy lejos de ahí. Miguel le abrió la puerta y ella sin pensarlo lo empujo y se fue corriendo hasta la patrulla.
-¡Ayuda! –Le gritó aproximándose a ese auto.
-¡Mocosa estúpida! –Se quejó siguiéndola.
La chica ya había llegado hasta la patrulla. Golpeaba la ventana desesperadamente hasta que el oficial salió.
-¡Por favor ayúdeme! –Le suplicó- ¡Me quieren secuestrar!
-¿Enserio? –Preguntó indiferente- Lo siento por usted.
-¿Qué? –Preguntó confundid –El oficial se apoyó contra su patrulla, cruzó los brazos y veía a Miguel acercarse
-Creo que ya vienen por ti –Le dijo señalándolo.
-No –Murmuró anonada
-¿Qué no te dije que iba a hacer eso? –Le dijo Miguel con una sonrisa.
-Si, te debo $50 –Le respondió el ‘oficial’ riéndose.
-No –Volvió a murmurar anonada.
Miguel agarró del brazo a Debany y se la volvió a llevar. Entraron al auto y éste arranco. No pudo evitar pensar que ya no volvería a ver a Tom, que jamás volvería a besarlo, sentir su calor, su amor, que jamás volvería hacer suya.
-Te dije que si me desobedecías ¡mandaría a matar a tus amigos! –Eso la sacó de sus pensamientos.
-No, no lo hagas por favor –Le suplicó entre lágrimas. Miguel no la escuchó, comenzaba a marcar.
-Hazlo ya –Le ordenó a su cómplice y colgó.
-¡No! ¡No! ¡No! –Gritó desenfrenada.
-¿Ves lo que causas por desobedecerme? –Le dijo irónico besando su mejilla

Continuara***

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