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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

24 sept 2011

Cap. 44 Deseo de morir.



27 de Febrero 22:00 hrs.
Una chica deambulaba por las calles frías y solas de Dankova. Su ropa estaba sucia y rota, sus brazos y rostro tenían moretones y rasguños, reía sin razón alguna y se tambaleaba por lo débil que estaba; al llegar a la plaza del pueblo, sus risas se fueron convirtiendo poco a poco en sollozos incontrolables, su mente se encontraba pérdida. Logró sentarse en una fría y descuidada banca de metal y a los pocos segundos, se recostó en ella pegando sus piernas a su abdomen y nuevamente, volvió a reír; las drogas la habían consumido completamente.
Un vagabundo, se percató de la presencia de la chica y al confirmar que no había nadie a su alrededor, se acercó a ella. La mujer había dormido al fin, el vago echó una mirada más y al volver a confirmar que estaban solos, sonrió y apartó sus piernas. ‘Acarició’ su rostro hasta llegar al cuello de la blusa, pero antes de ir más allá, se giró bruscamente al escuchar un golpe contra la tierra.
— ¿Hay alguien ahí? –Preguntó tratando de ver en la oscuridad, pero al parecer, fue solamente su imaginación- Bah… -Se quejó y volvió a girarse hacia la chica, pero al ver a un hombre detrás de la banca se exaltó ocasionando que retrocediera- ¿Quién mierda eres tú? –Preguntó furioso por haberlo asustado. El hombre no respondió- ¡Lárgate! –El hombre bajó su vista hacia la chica que yacía inconsciente en la banca- Ni lo pienses imbécil, yo la vi primero ¡es mía! –El chico de trenzas lo vio de golpe ¿“Mía”?
— Ella no es tuya. –El vago abrió sus ojos espantado al ver como el rostro de aquél muchacho cambiaba drásticamente y como su voz se volvía gruesa y distorsionada. Él no era un tipo normal, así que huyó para salvar su patética vida. El rostro de Tom volvió a la normalidad, pero se llenó de melancolía al ver el estado en el que Ashley se encontraba- ¿Qué te has hecho? –Le cuestionó acariciando su mejilla con la yema de los dedos.





















— ¿Puedo ir al resbaladero? –Preguntó Peter y le hizo ojitos. Ashley rió.
— Sí –El niño brincó y corrió hacia aquél juego que se encontraba solo al igual que todo el parque. Ashley, se dirigió hacia el único columpio del lugar y se sentó en el mientras veía a su hijo divertirse. Ella, comenzó a arrastrar sus pies contra la tierra y de un momento a otro, comenzó a columpiarse y cerró sus ojos para disfrutar de las cosquillas que sentía al momento en el que éste bajaba; al abrirlos nuevamente se percató que Peter ya no se encontraba más en el resbaladero y paró el columpio en seco- ¿Peter? –Lo llamó levantándose de aquél juego para encaminarse hacia donde se encontraba hace unos momentos su pequeño- ¿Peter? –Lo volvió a llamar al no verlo en ningún punto del parque- ¡Peter! –Gritó su nombre y comenzó a alterarse.
— ¡Mami! –Ashley se calló y parpadeó anonada al escuchar un débil llamado- ¡Mami!
— Peter –Susurró y corrió hacia el lugar de dónde provenían los gritos.
— ¡Ayúdame mami! ¡Ayúdame!
— ¡¿Dónde estás?! –Gritó desesperada al no verlo en ninguna parte. Siguió corriendo tratando se seguir la voz de Peter, pero era imposible. El escenario verde se había terminado para dar paso a la nada, el lugar estaba completamente en blanco, solo se escuchaba el eco de sus pisadas y la voz de Peter pidiendo ayuda.- ¡¿Dónde estás Peter?!
— ¡Ayúdame! –Volvió a gritar el pequeño. Ashley siguió corriendo pero se pudo percatar que realmente no estaba avanzando. Dejó de correr por un momento para tratar de visualizar a su hijo en algún punto, pero lo único que veía era la luz blanca cubriendo todo el lugar- ¡Mami! –Ashley se giró al escuchar la voz de Peter a sus espaldas.
— ¡Ya voy por ti! –Le avisó al visualizarlo al fin y nuevamente volvió a correr hacia él, pero el camino era interminable, no podía alcanzarlo- ¡Peter! –De la nada, la luz blanca fue cubierta por una cortina negra cegando completamente el lugar, Peter había desaparecido dejándola sola nuevamente- ¡No, Peter! –Gritó sin parar de correr hasta que…
— Él ya no está aquí -… Andrew se interpuso en su camino.


Esa pesadilla la tenía cada vez que el efecto de las drogas se acababa y, de esta forma, le permitía volver a dormir.
Ashley miró a su alrededor al percatarse que se encontraba nuevamente en una habitación desconocida, ¿ahora con quién mierda se había metido? Se talló sus ojos con fuerza y se levantó con cuidado de la incómoda cama del motel.
— ¿Qué…? -Bajó su vista hacia su cuerpo y se sorprendió al ver que aún contaba con su ropa ¿Qué diablos pasó la noche anterior? Observó los muebles de la habitación con atención y se alteró al no ver alguna cantidad de dinero arriba de ellos- No… no, no. –Balbuceó buscando en cada rincón- ¡Mierda! –Gritó pateando el borde de la cama. No sabía con exactitud con quien había pasado la noche, pero lo que si sabía fue que se había pasado de listo y se largó sin pagar. Molesta y sin más, se aproximó hacia la puerta para salir de aquella habitación- ¿Y ahora qué? –Preguntó fastidiada al ver que la puerta no abría- ¿Hola? ... ¡¿Hola?! –Llamó desesperada intentado girar la perilla, pero fue inútil- ¡Hey! ¡¿Hay alguien ahí?! –Cuestionó golpeando con todas las fuerzas la puerta, pero fue en vano. Corrió hacia las dos ventanas, abrió las cortinas dejando ver que era de día y golpeó el vidrio de cada una, nadie respondió el llamado aunque podía ver pocas personas caminando por el estacionamiento del lugar- ¿En qué problema me metí? –Se cuestionó ella misma y dejó caer en el suelo.
Las horas se le comenzaban hacer lentas y ella comenzaba a asfixiarse por estar encerrada. Necesitaba salir, necesitaba correr, necesitaba consumir, su cuerpo se lo exigía sin compasión. Comenzó a sudar de lo ansiosa que se sentía y caminó en círculos al menos por dos horas para tratar de calmarse, pero era imposible.
La oscuridad invadió la habitación, había anochecido al fin. Ashley se encontraba en un rincón del cuarto abrazando sus piernas, había perdido la batalla contra su propio cuerpo; si no consumía algo en esos momentos, sentía que iba a morir. Soltó sus piernas y lentamente se puso de pie al escuchar unas llaves al otro lado, alguien había llegado al fin. Al momento en que la puerta se abrió, Ashley corrió al ver el exterior, pero un brazo la frenó impidiéndole la salida y la empujó nuevamente hacia el interior de la habitación.
— ¡Déjame salir! –Le gritó a todo pulmón y sintió como su garganta le ardió- ¡Quiero salir! – Gritó corriendo nuevamente hacia la puerta pero aquél hombre la volvió a empujar y cerró la puerta detrás de él- ¡Déjame salir, déjame salir! –Sollozó- Agh… -Se quejó por lo bajo al sentir la luz de la habitación en sus ojos y escondió su rostro entre sus manos.
— ¿Qué has hecho contigo? –Ashley se tensó al escuchar su voz.
— ¿Tom? –Murmuró y levantó su vista, pero entrecerró sus ojos ante la fuerte luz que yacía en el cuarto.
— ¿Por qué hiciste esto, Ashley? ¿Por qué? –La chica se puso de pie ¿Realmente era Tom?
— ¿Cómo me encontraste? –Le cuestionó anonada- ¿Cómo supiste que estaba aquí?
— El Profesor Jefferson. –Respondió encogiéndose de hombros- ¡Dale las gracias porque por él ya estás a salvo! ¡Mira en lo que te has convertido Ashley! –La señaló- Una triste y patética mujer… ¡que se vende por drogas, que se duerme en donde sea y se acuesta con cualquiera! –Ashley lo abofeteó con todas sus fuerzas.
— ¡No tienes el derecho de decirme así!
— ¿De qué otra forma puedo llamarte? –Preguntó por lo bajo. Ashley no respondió.
— ¿Acaso no te quedó claro? No quiero volver a verte –Recordó entre dientes- O te vas tú o me voy yo. –Tom solo se cruzó de brazos. La chica le sacó la vuelta al de trenzas para salir del mediocre cuarto.
— No dejaré de buscarte, Ashley.
— Hazlo, todo será en vano. Lograste encontrarme esta vez solamente por la ayuda del Profesor, si él no te lo hubiera dicho…
— De todas formas hubiera dado contigo –Ashley negó.
—… jamás me hubieras encontrado. –Terminó la oración pero al momento que la puerta se abrió, se volvió a cerrar en un segundo- ¡Déjame ya! –Le gritó perdiendo los estribos.
— ¡No me alejaré de ti! ¿No lo entiendes? –Los brazos se Tom la aprisionaron en la puerta- No lo haré, no dejaré que te pierdas una vez más, no dejaré que te dejes tocar por otra persona, no dejaré que hagas de tu vida una mierda.
— ¡Mi vida ya es una mierda! –Le dejó en claro- Y si tú sigues en ella, terminaré hundiéndome más de lo que ya estoy ¡Quiero que me dejes sola, que te olvides de mí!
— ¿Cómo pides que haga algo así? –Preguntó con un nudo en la garganta- ¡No puedo hacerlo! Te amo Ashley y mi deber es protegerte…
— ¡Tu deber también era proteger a Peter! ¡¡Y no lo hiciste!! –Se lo echó en cara y sus ojos se comenzaron a llenar de lágrimas- ¡Se lo prometiste y él creyó en ti! –Le recordó y lo apartó para alejarse de él hasta terminal al otro lado de la habitación.
— Pero... sobre todas las cosas, debía protegerte a ti.
— Él era un niño Tom –Murmuró con un hilo de voz- Su vida valía más que la mía, valía más que la de nosotros juntos y tú lo sabías, entonces, ¿por qué no lo elegiste a él? ¿Por qué no lo elegiste sabiendo que él merecía vivir? ¡¿Por qué?!
— ¡Porque no quería perderte! –Respondió al fin y sus lágrimas salieron al momento en el que cerró sus ojos- ¡No iba a permitir que ellos te arrancaran de mí! –Sollozó en el borde de la locura- Pero, ¿crees que no sufro por Peter, qué no me importó, qué no pienso igual que tú? ¡Mi alma se retuerce cada vez que revivo aquél momento! Y si, tienes razón ¡Todo fue mi puta culpa! ¡¡Todo!! Por mi culpa Peter se fue, por mi culpa tu sufres ahora y por mi culpa estoy a punto de perderte ¿quieres que sufra? Tranquila, que ya lo estoy haciendo. –Ashley rompió en llanto. Había tanto dolor en su cuerpo que sentía que podía quebrantarse en cualquier momento, no aguantó ver a Tom en ese estado, pero algo pequeño que se encontraba muy en el fondo le decía que se lo tenía merecido, pero algo mayor le decía que corriera a abrazarlo, en esos momentos, los dos debían estar juntos pero a la vez la detenía porque le arrebató el amor de su hijo.
— Pero tú más que nadie sabe que de todos modos voy a morir.
— No –Se apresuró a contestar- No vas a morir, no lo harás –Le aseguró caminando hacia ella- Pero necesito que vengas conmigo, tenemos que huir de este país pronto ¡es la única forma de mantenerte a salvo! –Ashley se apegó a la pared al volver a tener a Tom cerca de ella.
— No. No me iré, prefiero morir.
— No, no quieres eso –Ashley ladeó su cabeza, Tom estaba demasiado cerca.
— Ya no me queda nada aquí, ¿para qué seguir viva? –Tom recargó su frente en la sien de la chica; Ashley se estremeció ante el frío que sintió en la piel del de trenzas.
— Porque yo te necesito. –Respondió en su oído.

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