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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

31 mar 2012

¡Muchas felicidades Georch!



El bajista más sexy cumple 25 añotes <3 no tengo ni la menor idea de que hora sea en Alemania, pero espero que aún se esté festejando a lo grande, porque se lo merece (aunque creo que está en LA ... la verdad no tengo idea xd). Hasta parece que era ayer cuando tenías 22 años :( la vida pasa tan rápido ._. gracias por todo Georg, o como Tom dice, GEORCH <3 gracias por ser parte de Tokio Hotel y gracias por ser un amor, ¡eres el mejor hobbit!

<< Capítulo once >>

Eran las 3: 30 am, era momento de ir a los dormitorios a inspeccionar que todo estuviera bajo control. En esta ocasión, no era necesario llevar la linterna ya que la luz funcionaba perfectamente y no había señal de que hubiera un apagón.
La señal de alarma resonó fuertemente por los pasillos ocasionando que hiciera una mueca y que sus hombros se encogieran, mierda, tal vez los despertó. Al entrar, todo era tranquilidad: echó una a cada habitación, al parecer, tenían el sueño pesado; con precaución, se acercó a la puerta 1010 y se asomó un poco –bufó- ni siquiera ese loco se había despertado, se encontraba durmiendo como un bebé — Eres un hijo de perra –murmuró sonriendo por lo bajo, en sus pensamientos ‘malvados’, creyó haberlo despertado y pegarle un gran susto, pero no fue así.
Todos dormían —Uh… -incluso Kimberly. Apretó sus labios y dispuesto con seguir con la inspección, dio media vuelta aún le faltaban 10 habitaciones más que ver pero, una extraña sensación en su nuca hizo que frenara en seco; aquella sensación se volvió curiosidad y sin poder soportar la tentación, regresó a la puerta 1014 y echó otro vistazo: La paciente había abierto los ojos.
— ¡Despertaste! –Kimberly pasó su mirada de sus brazos hacia la ventana de su puerta- ¿Cómo estás? –Preguntó dando una sonrisa. Kimberly le ofreció una confundida mirada y volvió a bajar su vista hacia su cama, anonada ¿por qué demonios no está amarrada?— ¿te sientes bien? –Volvió a cuestionarle y esperando una respuesta, recargó su frente en las barras de la ventana, pero sólo obtuvo un quejido —Uhm… pensé que te gustaría hablar… pero creo que no –se dio por vencido y se alejó de la puerta.
 
— ¿Qué pasó? –Preguntó mirándolo de golpe, al escuchar la pregunta, Tom se volvió a acercar- ¿Qué me hicieron? –Tom frunció el ceño confundido.

— Te inyectaron… sólo eso, ¿te sientes mal? –preguntó exaltado y agarró su radio dispuesto a llamar a una enfermera.

— No –susurró y Tom despegó su mano del aparato- es sólo que… no sé porque no me amarraron, tuve un ataque –le recordó.

— No fue grave, te calmaste antes de que la enfermera te diera el medicamento, no fue necesario hacerlo.

— ¿Me calmé… por mí misma? –Tom asintió.

— No recuerdas nada, ¿o sí? –La chica negó- Eso creí –susurró- no sé si eso sea normal… le tendré que preguntar a una enfermera sobre esto –le informó viendo como Kimberly se levantaba de la cama.

— Es normal, siempre me pasa –contestó tratando de controlar su equilibrio, aún estaba un poco mareada- Ugh… -se quejó al caer. Estaba débil.

— Mierda –susurró Tom alarmado y tan rápido como le fue posible entró a la habitación para auxiliar a la chica. Con cuidado, la ayudó a ponerse de pie y la sentó en la cama- aún así, les preguntaré –dijo volviendo al tema anterior- y también preguntaré si esto es normal.

— El medicamento me marea, claro que es normal –bufó- qué más da, si no me crees pregunta, de todas maneras te comprendo, yo tampoco me confiaría de alguien internado en este lugar –finalizó tratando de calmarse, quería pararse.

— No te levantes –le pidió- si dices que te marea, es mejor que te quedes acostada hasta que el efecto pase… — Calló de golpe ya que su cerebro no pudo evitar mandarle lo que David le había dicho en los elevadores “trata de ganarte su confianza… es menos probable que te lastime si llegas a ser su amigo, te lo digo por experiencia.” Hay que intentarlo-… y te creo.

— ¿Qué?

— Si dices que eso es normal, te creo –le fue más claro y le brindó una sonrisa. Kimberly rió sarcástica.
— No. No me crees, así que no me mientas –le dejó en claro levantándose de golpe pero no se pudo mover ya que Tom la había detenido de los hombros.

— Yo no miento –le aseguró entrecerrando sus ojos ¿mentiroso? No lo era, él repugnaba a las personas que mentían, las odiaba, él no podía ser uno de ellos.

<< — Tom, ven a comer. –Le ordenó su madre por octava vez.

Ya había pasado un mes desde que se fueron de casa y en todo ese tiempo, los gemelos aún no sabían nada de su padre y uno de ellos, aún esperaba a que la promesa que les había hecho, se cumpliera. Todas las mañanas, Tom se levantaba directamente al sillón que tenía detrás la ventana más grande de la casa que le brindaba la vista de todo el vecindario; desde la mañana hasta la noche, no se movía y si lo hacía, era sólo para ir al baño, casi no comía y es que él no se podía levantar ¿qué tal si su padre pasa buscándolo y no lo ve? ¿Qué tal si su padre se viene aproximando y no lo ve llegar? Tom quería ver a su padre, lo anhelaba, quería irse con él. —No lo repetiré Tom, ven a comer –volvió a ordenar.

— Pero, ¿y si mi papá está por llegar? –Preguntó recargando su mentón en el cojín del sofá. Bill, quien miraba la escena desde el comedor, bajó la vista a su plato y triste, comenzó a jugar con su comida, él también quería que su padre llegara.

— Tom, él no va a venir –le aseguró agarrando su hombro.

— ¿Cómo sabes? –Preguntó inocente- Papi me prometió que vendría.

— Una lección que debes aprender Tom: No todas las promesas se cumplen, no todos son honestos –con cuidado, lo alejó del sofá. Simon se puso de la altura de su hijo y levantó el rostro de éste- Tu padre no vendrá nunca y esa promesa se quedó en el olvido, cada palabra que salió en ese momento de su boca, era una mentira Tom… tu padre, no es una buena persona y es mejor que te vayas haciendo a la idea de que no lo volverás a ver jamás. Ahora, por favor, ve a comer junto con tu hermano y dejemos todo esto en el pasado, por favor.
Su madre lo guió hasta el comedor mientras que el pequeño echó su último vistazo con la última esperanza de que apareciera, pero no fue así, jamás apareció y aquella ventana que contenía todas ilusiones se volvió oscura y sombría: ya no había nada que ver ni que esperar. >>

— No te creo –la voz de Kimberly lo trajo nuevamente a la realidad.

— Te dije la verdad pero lo dejo a tu criterio… -se rindió con ella-… no es buena idea discutir en estos momentos –aseguró soltándola- es mejor que te deje descansar, que tengas buenas noches –se despidió encaminando hacia la puerta.

— Oye espera… -habló contra su voluntad-… ¿quién soy yo para tacharte como mentiroso? Perdón -se disculpó con un nudo en el estómago; no se disculpaba porque en verdad lo sentía, lo hacía, para poder ganar su confianza y poder llegar al tema de su hermano, Bill.

Tom sonrió — No hay nada que perdonar –le aseguró y un silencio incómodo se hizo presente. El de rastas pasó la vista por cada pared mirando con atención aquellos dibujos: eran sombríos, pero había algo en ellos que le gustaba…

— No pareces guardia –espetó- tu sabes, por esas cosas que tienes en tu cabello –hizo señas raras imaginando que en su cabeza había rastas, Tom rió.

— Todos se llevan una mala impresión de mí por eso… pero soy un excelente trabajador o bueno… ¿soy un buen guardia? –Preguntó con timidez. Kimberly, dio una pequeña sonrisa que Tom no pudo notar, ella no sonreía con cualquiera.

— Lo intentas, eso es algo… ¿te gustan? –le cuestionó al ver que volvía a pegar la mirada a sus dibujos.

— Tienes talento –admitió.

Y los dos comenzaron hablarse por un único objetivo: ganarse la confianza, pero las intenciones eran diferentes: Tom realmente quería conocerla y Kimberly sólo quería que todos sus “inquilinos” y él, la dejaran sola.

*
Aquí está el onceavo capítulo :3 espero que lo disfruten ¿listas para estás dos semanas de vacaciones? Yo siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii L_L realmente se necesitaban :( muchas gracias por leerme y que se diviertan mucho <3 

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27 mar 2012

Página en facebook :)

Heeey lectoras:) quiero avisar que ya hay una página sobre mis novelas en facebook, ¿serías tan amable de regalarme un like?


También podré convivir con ustedes, platicar de lo que sea, compartir ideas ¿y por qué no? Hablar de los chicos<3 así que las espero en mi página :D
Las quiero <3

24 mar 2012

<< Capítulo diez >>



Su espalda cubría uno de los tantos dibujos que tenía en la pared, sus brazos estaban aferrados a sus piernas y su mirada estaba pegada a la nada: se encontraba sentada en un rincón de su demacrada cama, como todos los días. ¿Qué más se puede hacer en ese lugar, en ese encierro? En todos esos años la única respuesta que encontró era, nada, pero había descubierto la manera de evitar que las horas se le hicieran eternas y eso era, perderse mirando un punto vacío, en ese caso, era ver la sábana blanca y dura del colchón. Ahora, sencillamente no existe el tiempo para ella, no existe el sol, el día, la luna, la noche, la lluvia, los árboles, no existía nada más que esas cuatro paredes en dónde ella vivía; ese era su mundo real y el de afuera, era el mundo inalcanzable más no imaginable ¿por qué? Porque ya no recordaba nada y por lo tanto, no había nada que imaginar, que recordar…


— ¿Estás bien? –Kim alzó débilmente la vista.

… y los habitantes de su mundo eran tan irreales como su vida, tampoco existían. Pero, si no lo logras ver, no quiere decir que no sea real, algo que el humano jamás ha logrado entender y ni entenderá por su terquedad e ignorancia. No, ella está mal, ella está loca, es lo que todos le han hecho creer todos estos años y al parecer es verdad así que hay que seguir creyendo los criterios de los doctores, de los psicólogos, de todos. — No te has movido en todo el día y al parecer, ya está anocheciendo, ¿estás bien? –Volvió a preguntar a lo que Kimberly extendió sus piernas e hizo una mueca.

— Lo estaba –murmuró- y luego llegaste tú –lo señaló con su mirada.

— Yo no sabía… -se apresuró a decir-… perdón.

— Da igual, ya sé que jamás saldré de aquí –se dio por vencida- estoy enferma y jamás me curaré, ¿sabes por qué? ¡Porque siempre estarán ahí! –Gritó cubriéndose su rostro para evitar soltar el llanto- ¿por qué no me dejan en paz? ¡¿Por qué no se van?! ¡Yo no puedo hacer nada por ustedes, por nadie, sólo soy una simple persona, sólo eso!

— No Kim… por algo llegué a este lugar, contigo, porque tú eres la única en todo el mundo que puedes ayudarme –la chica negó desde que ‘él’ comenzó a hablar- por favor, prometiste ayudarme –le recordó.

— Las promesas no están para cumplirse –le informó comenzando a temblar-… no se cumplen.

— Kimberly, por favor –le suplicó- ayúdame y te juro que no me volverás a ver, no te volveré a molestar ¡además, él ya está aquí, tu sólo se lo tendrás que decir! –exclamó tratando de que sonara fácil.

— ¿Y si se niega a hacerlo? –cuestionó encajando su mirada en él.

— Me iré, porque al menos lo intentaste. –Kimberly, rápidamente, se sentó en la orilla de la cama y anonada, entrecerró sus ojos.

— Enserio… ¿te irás? –Él asintió. La chica bajó su mirada tratando de analizar lo que le había propuesto y nerviosa, volvió a verlo- está bien... tenemos un trato, Bill.

— Gracias –Soltó con una sonrisa cálida.

— Oh… eso me recuerda, me falta poco para terminar tu dibujo –dijo caminando hacia su viejo escritorio y concentrada, comenzó a buscar la hoja con el bosquejo- sólo me faltan unos detalles en el rostro, tienes rasgos delicados… al igual que tu hermano –le indicó dándole una débil sonrisa.

— Tomaré eso como un cumplido –rió. Kimberly frunció el ceño, no encontraba aquél papel, ¿dónde podía estar?

— ¿Por qué él luce mejor que yo? –Preguntó una voz a sus espaldas. Las pupilas de la joven se dilataron al escuchar su voz, que esa otra…”persona” este aquí, sólo significa una cosa: peligro.- Sabes, yo luzco como una porquería en tu dibujo, ¿por qué a él lo dibujaste mejor, acaso olvidaste que yo fui tu primer amigo? –le reclamó.

— Tú nunca fuiste mi amigo, los amigos no lastiman –le restregó entre dientes- ahora, devuélveme eso Sam –le ordenó extendiendo su mano. Sam, que se encontraba recostado, con frivolidad, se puso de pie, su cabello rubio, sus facciones, su complexión, sus gestos lo hacían ver hermoso pero su mirada hacía comprender que no habitaba nada bueno dentro de él. El chico extendió la hoja y la roso con la mano de Kimberly, pero antes de que ésta pudiera tomarla, volvió a arrebatarla y le dio una última mirada. Rió.

— Perfectos trazos –miró de reojo a Bill y a la joven- excelente relación para tener poco tiempo y al parecer, a él si lo ayudarás ¿y a mí? –le cuestionó encarnando una ceja.

— No puedo hacer nada por ti –le recordó tratando de mantener la cordura.

— ¿Y por él sí? –Preguntó irónico.

— La situación es diferente.

— ¿En qué?

— En que yo no la lastimo para obtener lo que quiero –se armó de valor Bill para enfrentarlo. Kimberly, sorprendida, volteó a verlo pero volvió a mirar a Sam al escucharlo soltar carcajadas.

— Yo tampoco lo hago, ¿qué no has escuchado a los doctores? Es ella misma la que se hace daño.
— ¡No! –Gritó Kimberly- Todos estos golpes… ¡son por tu culpa!

— ¡No te hagas la víctima! Si me hubieras prestado tu cuerpo desde un principio, tú no estarías aquí en estos momentos –le recordó sonriendo de lado y cruzando sus brazos- Oh... pero como ahora ya eres caritativa –señaló a Bill- creo que no tendrás ni un problema de hacerme el favor de darme tu cuerpo, ¿no? Digo, yo fui el primero en visitarte, es mi derecho… y después, puedes hacerle todos los favores que quiera a este imbécil ¡claro! Eso si… sobrevives –finalizó ensanchando más su retorcida sonrisa.

— ¡Jamás! –Se negó retrocediendo. Sus ojos estaban rojos por las lágrimas que retenía y su labio inferior comenzaba a temblar.

— No te atrevas a tocarla –le advirtió Bill pero Sam lo miró con furia.

— No estoy de humor para jugar con un ser patético y débil como tu ¡lárgate! –le gritó moviendo su brazo como si fuese una navaja.

— ¿Bill? –Preguntó con un nudo en la garganta. El muchacho había desaparecido.
— Vamos Kimberly, no hagas esto tan difícil.

Ya la tenía acorralada contra una esquina, no había escapatoria y no había quien la salvase, estaban solos.
—… ¡¡No!! ¡¡Vete, por favor, vete!! ¡¡No me toques, no… aléjate de mí!! –Al escuchar aquellos gritos, los demás dementes comenzaron a gritar también.



*

Kimberly abrió los ojos de golpe, el calmante había perdido su efecto al fin. Por el silencio, pudo deducir que todavía era de noche y que no tenía nada más que hacer que volver a dormir, al fin y al cabo, estaba amarrada… ¿cierto?
— ¿Eh? –murmuró al no sentir nada que aplastase su cuerpo. Despacio, levantó su brazo… no, no la habían amarrado ¿por qué? Con cuidado, se sentó en la cama y miró su cuerpo aún sin creérselo, estaba libre.


— ¡Despertaste! –Kimberly pasó su mirada de sus brazos hacia la ventana de su puerta- ¿Cómo estás?

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kahdladghaldgj solté mucho e.e hahaha después de batallar mucho con mi internet, logré entrar :3 espero que ustedes si estén teniendo un bonito fin de semana y que hayan salido a divertirse c: y díganme, ¿que les pareció este capítulo?e.e Chicaaaaaaaaaaaaaaaas, he estado pensando en hacer una página mía en facebook para mantenerlas al tanto de mis novelas y cosas por el estilo, pero la hago dependiendo de lo que me digan xd, ¿la hago o no? En fin, deseenme mucha suerte con mis exámenes :c ya terminé pero ahora faltan los resultados u.u' las quiero y gracias por leerme<3

17 mar 2012

<< Capítulo nueve >>




La enfermera miró confundida a Kimberly al ver que se tranquilizó en cuestión de segundos, ella jamás lo hacía después de esos ataques, de todas maneras, sintió un alivio y su cuerpo se destensó, sólo observó como el chico nuevo guiaba con cuidado a la paciente hacia su cama. Sus hombros se encogieron y bajó su vista hacia la jeringa que sostenía fuertemente, por unos segundos, pensó que no sería necesaria, pero con Kimberly, nunca hay que confiarse.

— Mantenla ahí –Le ordenó con calma y Tom asintió. La enfermera se acercó a ellos y se sentó a un lado de Kimberly lista para inyectarla. Tom no vio aquello ya que, desorientado, volteó hacia la puerta para encontrarse con el psicólogo de la paciente, quien, observaba la escena completamente anonado.
… En el momento que David pisó el hospital, las enfermeras y guardias se le fueron encima advirtiéndole que Kim estaba teniendo otro ataque, él, alarmado, corrió por los pasillos hasta llegar a la zona de las escaleras/elevador, no había tiempo para esperar el ascensor, así que corrió por las escaleras, subir era pesado, pero no sintió el cansancio en ese momento, tenía que llegar lo más pronto posible con su paciente ya que él era el único que podía tranquilizarla. Lo logró, llegó al último piso y entró a la zona ‘peligrosa’ y al llegar a la habitación 1014, soltó toda su frustración y cansancio en un suspiro, Kimberly estaba tranquila.

— ¿Quién eres tú? –le cuestionó al de rastas.

— Descansa… -le deseó en susurro la enferma y recostó con cuidado a la chica- Es el nuevo guardia de la paciente, su nombre es Tom –respondió la señora.

— ¿Nuevo guardia? ¿Desde cuándo?... ¡¿por qué no me informaron de esto?! –Calló de golpe, no debía de gritar con su paciente ahí-… ven muchacho, tenemos que hablar –le ordenó mirándolo de golpe. Tom se encogió de hombros y volteó a ver a la enfermera, ésta le asintió como señal de aprobación y él, un poco confundido, caminó hacia el psicólogo saliendo de la habitación de Kimberly y comenzaron a caminar por el pasillo dispuestos a salir de “la zona de peligro”— ¿desde cuándo empezaste? –le cuestionó.

— Es mi segunda noche –le respondió dándole una mirada rápida.

— ¿Y te informaron acerca de ésta paciente? ¿Te dijeron el porqué está aquí, te dijeron como cuidarte, qué hacer, etcétera? –Terminó de preguntar impidiéndole el paso al ponerse enfrente del de rastas; el joven meditó un poco para terminar negando completamente.

—Ellos sólo me dijeron que, lo único que tenía que hacer, era cuidarla –David, soltó una pequeña risa e irónico, se tocó los labios con el puño que su mano había formado.

— Era de esperarse –murmuró y Tom frunció el ceño.

— ¿Qué se supone que debo saber acerca de ella? –preguntó un poco molesto y ansioso. Molesto ya que le ocultaron cosas sobre lo que se suponía que sería un fácil trabajo y ansioso ya que al fin le iban a dar la respuesta que calmaría su curiosidad.

— ¡Todo! –Exclamó- Mira, muchacho…

— Tom –le interrumpió y David cerró pesadamente los ojos.

—… tu trabajo es fácil o más bien, lo sería si fueras guardia de aquellos pacientes que pueden salir al patio y convivir entre ellos sin ningún problema –dijo esto último entre comillas- pero no estás con ellos, estás aquí y tu deber, es saber la historia clínica del paciente que cuidarás para así, poder conocer sus movimientos y para saber cómo cuidarte –resaltó nuevamente esa palabra.

— ¿Y por qué me regaña? –Preguntó poniéndose a la defensiva- yo no tengo la culpa, es de ustedes por no decírmelo desde un principio, además, he preguntado acerca de Kimberly, pero nadie me responde con exactitud el porqué está aquí. Todo eso me lo hubiera dicho ayer y ahorita, estuviéramos evitando su molestia –Finalizó ofreciéndole una mirada de enojo y pesadez- pero ¿y bien? ¿Qué es lo que tiene esta chica?

— Alucinaciones –soltó con seriedad ante la actitud del imprudente muchacho. Tom rió.

— ¿Alucinaciones? –Volvió a reír- ¿ese era el gran misterio de Kimberly?

— Su cabeza siempre le dio malas jugadas y le creó alucinaciones de personas que no conoce y ni conocerá porque no existen. Tal vez para ti no suene grave, pero lo es. Ella jura que esas personas la lastiman y la quieren matar cuando es ella la que se hiere de gravedad y atenta contra su propia vida y la de los demás, ha atacado a personal y me ha llegado a atacar a mí. Me imagino que distinguió los dibujos que tiene pegados en sus cuatro paredes, según ella, son sus agresores, todos diferente sexo, edad, estatura y complexión y todos, reales para Kim. –Tom no supo que decir, idiota, tal vez era mejor no decir nada- Chico, Tom –se corrigió inmediatamente- nunca bajes la guardia con Kimberly, sus cambios de humor son inesperados, puede estar tranquila y en los pocos segundos que le des la espalda, puede atacarte, te pido que nunca te confíes, no con ella pero que a la vez, no le tengas miedo y trata de ganarte su confianza… es menos probable que te lastime si llegas a ser su amigo, te lo digo por experiencia.

Soltó todo al fin y la curiosidad de Tom quedó completamente congelada, ¿en qué problemas se había metido? Aquél trabajo se veía tan fácil, sólo caminar con una linterna por los pasillos y asegurar que todo estuviese en orden, si algo salía mal, una enfermera llegaría con una inyección para solucionar el problema y ahora, todo cambió, aquél trabajo se convirtió en algo de vida o muerte, en algo peligroso y todo por una chica de apenas unos 17-18 años.

— Espere –le ordenó al percatarse de que el psicólogo presionaba el botón que llamaba al elevador, David, se giró ante su llamado- El anterior guardia… ¡Oscar! –Exclamó al recordar su nombre- realmente se fue por motivos personales o porque… ¿Por qué estuvo a punto de morir? –esa pregunta fue exagerada, pero tenía que confirmar la renuncia del ex guardia ya que Baecker, al parecer, le ocultó muchas cosas que le serían útil para sobrevivir a ese lugar.

— Al parecer, el Director te contó la historia a medias, tranquilo Tom, si haces lo que te dije, no tendrás nada de qué preocuparte –y justamente, las puertas del elevador se abrieron y David entró.

—No me respondiste la maldita pregunta –dijo entre dientes en el momento en que las puertas se cerraron impidiendo ver a David.

El silencio se hizo presente nuevamente en el hospital y el cuerpo de Tom se estremeció ante los escalofríos que esa tranquilidad le ofrecía, ya que ese silencio, era uno tenebroso, era de esos en el que deseas demasiado tener mucha gente alrededor para no sentir que estás sólo con algo maléfico a tus espaldas.
¿Pero quién lo diría? Su segundo día, fue mucho mejor: tuvo una mala impresión de su nuevo trabajo, esto no sería aburrido, en lo absoluto.
— Mierda, estaba mucho mejor ayer –Confesó ante el sarcástico pensamiento.


*
Aquí está el capítulo :) espero y lo disfruten, qu mañana sea un excelente domingo! Las amo :) <3

15 mar 2012

Mi pequeña:)


No se las había presentado, ella es mi pequeña hermana, Carolina, mañana cumplirá sus dos mesesotes de vida :) es la mejor y me encanta cuando se ríe y me platica :3 jajajaj es un amooooooooooooooooooooor L_L, les manda muchos saludos y les agradece por tomarse un tiempo en leer mis novelas y los pocos capítulos de ésta historia nueva <3
Realmente lo siento, no pensé que el último semestre fuera más pesado que los anteriores, sabía que iba a ser algo extraño porque es el último y después me voy para la facultad, pero no me imaginé que sería estresante :| pero NO dejaré la novela, no la abandonaré ni la suspenderé, okey? Jamás :| Subiré cada vez que se me haga posible, ya sea sólo los domingos o viernes, pero subiré! :)
Las quiero<3

10 mar 2012

<< Capítulo ocho >>




“Hey amigo, son las 3 de la mañana y como te has dado cuenta, ¡no puedo dormir! En fin, espero que estés teniendo un divertido primer día en tu lindo trabajo, cuídate de los fantasmas y mantén una cruz contigo, quien sabe que cosas haya ahí —se ríe- cuando puedas, márcame y dime como te fue, ¡adiós!”
— Eres un poco exagerada, Iris –recordó apagando su máquina contestadora. Cansado, se frotó su rostro y se rascó sus parpados con tanta fuerza sintiéndolo como un rico masaje; cuando pudo reaccionar, levantó el teléfono y comenzó a marcar el número de su amiga — ¿uh? — exclamó colgando el teléfono, el timbre de su departamento había sonado, ¿quién podía ser? ¿Andreas? Pero si él se acababa de ir, ¿entonces…? — ¿Si? –contestó al llamado.
— Tom –El de rastas se asombró al descubrir quien se encontraba en la entrada de su edificio.
— ¿Mamá? Ah… espera, iré a abrirte –le avisó saliendo de su departamento.


*


— Sigues siendo desordenado –confirmó al ver como se encontraba el hogar de su hijo, para ella, hecho un chiquero, para Tom, algo normal para alguien de su edad.
— ¿A qué viniste mamá? –preguntó tomando asiento en su sofá.
— Vine a… -no podía dejar de inspeccionar el departamento, para ella, sería imposible vivir ahí, además, quería sentarse pero no había dónde hacerlo-… pedirte perdón –finalizó- Sé que he sido un poco injusta contigo y no valoro lo que tratas de hacer por Bill y por mí, pero digamos que… me es un poco difícil confiar en ti hijo –Tom soltó un suspiro.
— Mamá, aquél error ya lo estoy pagando.
—Si, ¡con la vida de tu propio hermano! –le escupió con tanto coraje que su cuerpo se tensó y Tom mantuvo la suya contenida en el puño que su mano había formado-… lo… lo siento Tom –tartamudeó; no hizo lo correcto al decirlo de esa forma.
— ¿Es a lo que viniste? –Cuestionó en murmullo- ¿para recordarme la mierda que soy? ¡¿Eh?! ¡¡ ¿Acaso viniste a decirme eso?!! –Se levantó perdiendo los estribos.
— No, quería volver a hacer las paces –susurró acariciando nerviosamente sus manos- pero creo que… no podrá ser posible, creo que… por más que lo intente y hagas lo que hagas, no podré perdonarte –lo aseguró con todo el dolor de su corazón, después de todo, era su hijo- Pero… –calló unos segundos. Enmudeció porque quiso admirar el rostro de su hijo, de su pequeño, el que la cuidó desde que Jörg la abandonó y el que al mismo tiempo, causo el dolor que actualmente vive toda la familia, el pequeño que ama y desgraciadamente, odia al mismo tiempo-… gracias por tratar de ayudar a Gordon con el dinero del hospital, Tom -Su hijo no le respondió, sólo vio como se retiraba de su departamento y al escuchar la puerta cerrarse, pudo cerrar sus ojos fuertemente para evitar aquél llanto de enojo que ha querido salir desde hace tanto tiempo pero que sigue reprimiendo ya que, llorar, no arregla las cosas ¡no arregla nada!
— ¡Agh! –gritó golpeando fuertemente la pared ocasionando que retumbara un poco; el dolor que su mano sintió no fue suficiente para quitar aquella culpa, pero calmó la ansias de querer explotar— Bill… Bill, sé que saldrás de esto, sé que despertarás ¡yo lo sé! –Sus mejillas estaban empapadas, su madre tenía razón: él no era fuerte.


*


— ¿Otra vez? –Preguntó estupefacto- no pueden hacerlo, ella no lo necesita ¡sólo harán que se lastime!
— ¡Cállate! –Le ordenó- tú no tienes derecho a opinar, eres un simple guardia que debí de haber despedido hace tiempo, pero tranquilo, no lo haré, se lo prometí a tu abuelo…
Tom escuchaba aquella discusión desde los vestidores del hospital, estaba a punto de salir, pero al escuchar los gritos, prefirió permanecer ahí hasta que todo se controlara; al parecer, el director discutía con Gustav. Total, aquí o allá, todo era peleas y gritos a su alrededor.
Alguien trataba de abrir la puerta, Tom, alarmado al creer que era el Director, se levantó de la banca y abrió su casillero para fingir que buscaba algo; al escuchar que por fin entraron, volteó a ver de quien se trataba y se sintió un poco tranquilo al descubrir que era Gustav.
— Hey.
— Hey –respondió Gustav al saludo un poco desanimado- al parecer escuchaste todo, ¿no?
— ¿Qué? ¡Oh! No, no –aseguró atropellando palabras- acabo de llegar —Gustav bufó.
— Qué más da –dijo sin más y Tom se encogió de hombros.
— ¿Te hará algo? –Preguntó cerrando el casillero.
— ¿Quién? ¿Baecker? –Rió- Anhela hacerlo, pero no lo hará –aseguró sentándose en la banca. Al parecer, Gustav estaba protegido y todo gracias a su abuelo. Tom, estaba dispuesto a preguntar qué era lo que su abuelo le había dicho o hecho al director para que Gustav pudiese asegurar el trabajo, pero pareció que el rubio le leyó los pensamientos y atacó primero-: Y tu, ¿qué haces aquí?
— Vine a trabajar –respondió algo obvio.
— Si pero… no sé, ¿ya no vas a ir a tu otro trabajo? Llegaste temprano al hospital.
— Hoy es mi día de descanso –contestó con una sonrisa, Gustav asintió- Hey Gustav, ¿tú tienes mucho tiempo trabajando aquí? –Preguntó entrecerrando sus ojos.
— Algo, ¿por qué?
— Quiero saber qué tiene Kimberly, porqué está ella aquí, ¿tú sabes algo al respecto? –Le interrogó descaradamente, para Tom, era algo normal preguntar, pero al parecer, para Gustav le era difícil responder.
— Es complicado.
— Explícame –exigió.
— Para eso, debiste de haber estado desde que la internaron –le dejó en claro poniéndose de pie.
— ¡Oh vamos! –Exclamó riendo- ¿qué tan mala puede ser? Se ve que es una chica muy tranquila. Gustav soltó un suspiro.
— Sólo te puedo decir que no te confíes y que nunca bajes la guardia, ella es impredecible es… es muy agresiva –Los labio de Tom se fruncieron, por más que trataba asimilar aquella respuesta, no imaginaba a Kimberly de esa manera- creo que eso es suficiente para tus preguntas.
— Créeme que no lo es –susurró.
— ¡¡Tom!! –Gustav y él clavaron la vista hacia la puerta, era Georg- ¡Te necesitan en el último piso! –su voz era agitada.
Gustav, dirigió su mirada hacia el de rastas y alzó sus cejas, Tom recibió aquella seña como un “te lo dije”, al parecer, algo malo pasaba con Kimberly.


*


La alarma de la puerta sonó dejándolo pasar, una enfermera estaba a lo lejos pero pudo distinguir en su rostro desesperación así que corrió hacia ella y al acercarse más a la celda de Kimberly, pudo distinguir gritos y llantos provenientes de su habitación ¿qué le pasaba?
— ¡¡ ¿Dónde has estado muchacho?!! –Preguntó la enfermera de cabello negro pero no lo dejó responder- cuando abra la puerta quiero que la tomes con todas tus fuerzas y la acuestes en la cama ¡¿me entendiste?! –Sólo pudo asentir.
La enfermera sacó su juego de llaves e introdujo la correcta en la cerradura — ¡¡No!! ¡¡Vete, por favor, vete!! ¡¡No me toques, no… aléjate de mí!! –Su cuerpo tembló al escuchar los sollozos de aquella joven; lamentablemente, fue ahí cuando reacción y se preguntó “¿Qué demonios hago yo en este lugar? Es… es mucho para mí.”
— ¡Ahora! –Aquél gritó lo trajo nuevamente a la tierra y sin pensar, entró a la habitación dispuesto a cumplir con las órdenes de la enfermera, pero…
— No dejes que me lastime –… no fue necesario, Kimberly se aferró fuertemente a Tom y comenzó a temblar como si fuese una pequeña niña- por favor, dile que se vaya, por favor –suplicó rompiendo en llanto.
Y los instintos de padre de Tom despertaron. La abrazó fuertemente tratando de hacerle saber, que en sus brazos iba a estar a salvo —tranquila, nadie te hará daño –murmuró sintiendo los temblores de Kim disminuir.

*


Holi c: lkadjlkhaldg hace un rico frío por acá *O* lástima que no lo puedo disfrutar por un estresante dolor en el estómago :C! A veces detesto ser mujer xdd, ¿cómo están lectoras? c: espero que estén de lo mejor <3 bieen, como se habrán dado cuenta estos capítulos son aburridos :c pero tranquilas, que les prometo que ya llegarán los interesantes (yn)! sólo hay que dejar que avance un poco más la historia c: quería informarles que me meteré a una convocatoria de cuento en mi preparatoria :Z y no sé :Z jajajajaj estoy muy nerviosa :| kslhfkslhdda XDDDD ni siquiera sé si voy a quedar entre los mejores :C pero bueno, al menos lo intentaré <3 cuando pase el concurso gane o no gane, subiré el pequeño "cuento" por aquí c: deséenme suerte :$ las quiero <3






















4 mar 2012

<< Capítulo siete >>




El día era soleado, los rayos del sol habían borrado los charcos de la tormenta anterior y habían secado todas las calles de alrededor; fue lo que Kimberly dedujo desde su habitación. Aunque ella no veía hacia el exterior, creó esa hipótesis al escuchar a lo lejos a los pájaros cantar, tal como lo hacían en un día soleado, tal y como ella lo recordaba en su infancia.

— Kimberly, no me sorprende que ya estés despierta –la saludó su enfermera en turno, Amalia. Kim, estaba aún recostada en su cama y al escucharla, se sentó con lentitud y le brindó una débil sonrisa- ¿por qué esa cara larga? –preguntó extrañada entrando con la bandeja de desayuno a la habitación. La chica, tomó su comida y vio sobre el hombro de Amalia al guardia que la acompañaba: un hombre alto, fuerte, rubio, maduro y con aspecto malhumorado; ella no le tenía confianza.

— No pude dormir –susurró recargando la bandeja en sus piernas y observó su comida: pan tostado, un poco quemado con la peor mantequilla del mundo sobre éste, pero al menos, tenía jugo de naranja para acompañarlo, jugo ácido.

— ¿Por la tormenta?

—… si –respondió llevándose un bocadillo a su boca; aunque fue demasiado difícil desprender un pedazo y mucho más complicado, comerlo.

— Uh, sí, yo tampoco pude dormir, mi hija le tiene miedo a los truenos y como sabes, ¡éstos duraron toda la noche! –soltó abrumada.

— Yo también le tengo miedo a los truenos –murmuró despegando unos centímetros el pan de su boca.
— Oh, Kim, pero no creo que hayas pasado tan mala noche con tu nuevo guardia… escuché que es guapo –inquirió con sonrisa pícara.

— Es tonto –repuso ella.

— Si bueno hija, una ya no puede conseguir el paquete completo –bufó llevándose una mano a su cadera, a lo que el guardia que se encontraba en la prepa, gruñó- No te lo tomes a mal Carl, no lo digo por ti. –Carl sólo revoleó sus ojos- pero cuéntame, ¿cómo lo trataste en su primer día? –Kimberly dejó su pedazo de pan en su plato y bebió un poco de aquél jugo y con tranquilidad, respondió:

— Bien.

— ¿No hablaste con él?

— Sólo le di uno que otro consejo –hizo una pequeña mueca- sinceramente, quiero que Oscar vuelva, Tom tardará mucho en adaptarse.

— ¿Tom? ¿Así se llama? –Kimberly asintió.

— Amalia –la llamó el guardia.

— Si, si ya voy –se quejó sacando un bote pequeño de pastillas de la bolsa de su uniforme- toma esto Kim, y será todo por mi parte el día de hoy.

Los labios de Kimberly se fruncieron, a ella no le gustaban aquellas pastillas.

*

Después de hacer la rutina de todos los días: desayunar, tomar su medicamento, bañarse, estar todo el día en su habitación, Kimberly esperaba la visita de su psicólogo; hace casi un mes que no lo veía, ella y él ya no lo vieron necesario… pero Kimberly había decaído nuevamente y esta vez, fue extremo.

— Veo, que mejoras cada día más en tus dibujos –felicitó David a espaldas de Kimberly- me puedes decir, ¿quién es él? –Kimberly negó-… Uh, ¿y por qué no?

— Su identidad es un secreto –respondió dándole sombra a su rostro.

— ¿Por qué tu lo quieres así o por qué él te lo pidió? –la mano de Kim se detuvo completamente y hubo un silencio sepulcral en la habitación.

—… creo que da igual la respuesta que le dé, seguiré sonando como una loca –le aclaró volviendo a dibujar. David soltó un suspiro.

— Kimberly, quisiera que voltearás a verme… -la chica no le hizo caso-... oh, por lo visto, no quería que viniera –los ojos de su paciente se cerraron fuertemente.

— No es eso, es sólo que… pensé… -calló un momento-… pensé que por fin tuve una mejoría, pero al verlo otra vez aquí me hace entender que yo jamás podré recuperarme –soltó por fin y accedió a lo que su psicólogo quería: lo vio- lo mío es un caso perdido.

— No digas eso, lograste recuperarte una vez, lo volverás a hacer otra vez Kim, puedes salir de aquí, lo sé, creo en ti –le aseguró brindándole una sonrisa- Bien, sé que tú no querrás hablar de esto y yo no quiero esforzarte, pero es necesario para continuar.

— Quiero electroshocks.

—… ¿Qué pasó esa noche con Oscar?

— ¿Qué? –Se preguntaron los dos al mismo tiempo.

— ¿Oscar? –Cuestionó Kim- ¿Qué hay con Oscar? –Esa pregunta la había desorientado completamente.
David no le respondió y sólo se dedicó a observar las facciones de su rostro: Kim no mentía ni ocultaba nada, ella realmente no recordaba lo que ocurrió esa noche y la pregunta que se plantea es: ¿Por qué? ¿Qué hay en su cabeza que la hizo olvidar? No importa, él le haría recordárselo cueste lo que cueste.

—… deberías pensarlo, los electroshocks no creo que sea la respuesta.

—Ya lo pensé, y lo quiero lo más pronto posible –le hizo saber tomando la hoja del dibujo de aquél joven entre sus manos- quiero que las ilusiones se vayan, por favor –suplicó viendo con miedo como sus manos comenzaron a temblar maltratando poco a poco aquél papel.

Ella quiere creer que son ilusiones, pero muy en el fondo estaba completamente segura de que eran reales, como pensaba de niña.

*

— ¿Y bien, qué tal tu primer día? –cuestionó Andreas dejándose caer en el sillón de su amigo.

— Un poco difícil.

— ¿La loca que te tocó cuidar te dio problemas? –Tom lo fusiló con la mirada.

— No le digas así.

— ¿Qué? Lo es.

— Y tu eres un imbécil, pero no te lo ando recordando todos los días, ¿cierto? –Andreas gruñó- Lo siento, pero es que… si conocieras a la chica… intentarías tratarla como alguien normal.

— Uy, no me digas que… ¿te gustó? –preguntó encarnando una ceja.

— Es linda, pero a lo que me refiero, es que se ve tan normal como cualquiera –le aseguró con tono pesado- aún no entiendo porque está en ese lugar.

— Creo que… es mejor que no te enteres nunca –opinó Andreas bebiendo su cerveza- así trabajarías más a gusto.

— Supongo que tienes razón.

Pero la pequeña curiosidad en Tom no iba morir tan fácil, pronto alguien tenía que decirle el porqué Kim se encuentra ahí, qué es lo que hizo, qué es lo que tiene, y con “pronto” quiere decir, esta noche.

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Es divertido estar también los sábados estudiando *sarcasmo* lo que es prepararse para entrar a la facultad :/ si vieran el miedo que tengo ._. he confirmado que el último semestre de la preparatoria es el más estresante de todos D:, en fin, espero que hayan tenido un lindo fin de semana y que empiecen con el pie derecho este lunes ;D.
... ustedes, ¿qué que sucedió esa noche con Oscar? e.e ¿si se lo imaginan... o esperan a que avance la historia para sacar buenas hipótesis? e.e
Las quiero lectoras <3 c:

2 mar 2012

<< Capítulo seis >>

Apuntaba la luz hacia las pequeñas ventanas de las puertas para asegurar que los pacientes estaban en sus camas, durmiendo, tranquilos; lo único que se escuchaba en aquél pasillo era el eco de sus pasos y la fuerte lluvia que atacaba el viejo edificio. Tom, llegó a pensar que la tormenta podía llegar al punto de derrumbar la estructura del demacrado hospital al escuchar de zonas desconocidas crujidos.


... 1005, 1006, 1007, 1008, 1009, 1010 — ¿Uh? –Murmuró deteniendo sus pasos. Giró su cuerpo para regresarse a la habitación con el número 1010, algo no estaba bien. Volvió a apuntar la linterna hacia la pequeña ventanilla: no había nadie en la cama. Confundido, frunció el ceño y se acercó un poco más a la puerta haciendo que la linterna iluminara un poco más la habitación que se encontraba del otro lado: nada, aquél paciente no se veía por ningún lado. Tom, un poco desesperado al pensar que tal vez se llegó a escapar, pegó su rostro a la ventanilla y dejó un poco de espacio para su linterna: veía toda la habitación, todo estaba en orden, todo…

— ¡Buuu! —El desalmado gritó apareciendo de pronto frente a la ventanilla y como respuesta:

— ¡Ahh! — Obtuvo el grito del guardia en turno, casi se le sale el corazón y a causa de esa broma, la linterna cayó al suelo haciendo que quedaran por un momento a oscuras- ¡hijo de puta! –gritó furioso recogiendo su linterna y refunfuñó entre dientes al escuchar las risas sin control del loco.

— Lo asusté, lo asusté, lo asusté, lo asusté –decía una y otra vez contra sus manos que cubrían su boca.

— Si, lo hiciste –murmuró furioso Tom volviendo apuntar la linterna hacia la ventanilla y ahí pudo darse cuenta de la manera de moverse de aquél paciente: era como ansioso, se movía constantemente de atrás para adelante y no paraba de reír, era un hombre de unos 36 años aproximadamente, cabello largo color negro y se le veía desordenado y sucio, su complexión era delgada, se notaba que era frágil… pero para Tom, era un vil hijo de puta —Vuelve a la cama, ahora –le ordenó y no se despegó de su lugar hasta asegurar que el paciente caminaba hacia su lecho y al ver que se había acostado, siguió con su recorrido aunque era un poco difícil ya que aún escuchaba sus latidos en sus oídos y además, las manos le temblaban; el paciente, al parecer, se había escondido debajo de la ventanilla.

Inhala, exhala, continua. Fue lo que hizo para poder calmarse y al fin, logró apuntar la luz hacia las demás habitaciones: 1011, 1012, 1013… 1014 — Mierda –Soltó sin más. Kimberly tampoco estaba en su cama, ¿ella también iba a asustarlo? Pasó saliva, ella, en especial era su responsabilidad. — ¿Kimberly? –Le habló apuntando la luz hacia su pequeña habitación- Hey… ¿Kim?

Un golpe se escuchó dentro de la habitación — ¡Kimberly! –Se exaltó y de inmediato, sacó las llaves para abrir la habitación lo más rápido posible —Agh –se quejó por lo bajo, demasiadas llaves y todas parecidas pero al fin, encontró la indicada.

Sin perder más tiempo, empujó la pesada puerta y entró a la habitación apuntando a todos lados con la linterna y se detuvo en aquella pequeña habitación que yacía escondida detrás de la puerta de metal.

— ¿Qué haces aquí? –Preguntó molesta Kim saliendo de aquél diminuto cuarto- ¿por qué entras así? ¡Y sin avisar! –Le reclamó brindándole una mirada desafiante.

— Yo… -las palabras de Tom se habían ido al toparse con la sorpresiva actitud de la chica. Rendido, bajó su linterna.

— ¿Tu qué? –El chico sacudió su cabeza.

— Te llamé, dos veces y luego, escuché un golpe y eso, para mí, es la señal para entrar a la habitación- ¿por qué no estás durmiendo? –La chica enmudeció y sus hombros se destensaron.

— Porque estaba en el baño –respondió fríamente sintiendo un poco de vergüenza ante la respuesta y Tom… él sólo se enderezó.

— ¿Baño?

— Si, este pequeño cuarto, es un simple baño –repitió sintiéndose completamente incómoda.

— Oh… -exclamó el guardia acomodando un poco las ideas, pero inmediatamente, volvió a fruncir el ceño- ¿y aquél golpe que escuché?

— ¿Golpe? –La chica rió- debió de haber sido tu imaginación.

— Aun así, voy a inspeccionar… -le informó levantando su brazo con la linterna- si no te molesta, quiero que te hagas un lado –Kimberly bufó.

— Adelante.

El chico asomó su cabeza hacia el cuarto del… “baño”: sólo un retrete y un pobre lavamanos se encontraban presentes. Paseó la luz por cada rincón del baño, nada. Todo estaba en orden… al parecer, si había sido su imaginación.

— Primer día, y ya me volví loco –susurró.

— Se fue la luz, ¿verdad? –cuestionó clavando su mirada en la linterna. Tom asintió- en este hospital nada de esto es novedad.

— Creo que… es mejor irme acostumbrando, ¿cierto? –Preguntó dando una sonrisa.

— Así es… y también a acostumbrarte de las bromas del #1010, le gusta asustar –advirtió y Tom bufó.

— Me lo dices un poco tarde –la chica abrió sus ojos sorprendida.

— Por lo que veo, no tuviste un primer día de trabajo, pero descuida, mejorará.

— Eso espero… -murmuró con esperanza mirando el piso.

Kimberly sonrió al saber que Tom no vería aquel gesto, aquél chico no tenía pinta de ser alguien malo, sólo un poco… tonto.

<<—Tom- >> Kimberly se alarmó al escucharlo y volteó a verlo de golpe: por favor no lo toques, por favor no lo toques, por favor… demasiado tarde, lo había hecho.

Tom, inocente en aquella escena, volteó hacia su brazo al sentir un pequeño cosquilleo así que pasó su mano para calmar aquella sensación.

— Uhm, bueno... te dejo dormir.

— Si, si –respondió torpemente- es mejor que… te vayas.

— Descansa Kim –le deseó saliendo de la habitación y al estar fuera, le sonrió a la chica a través de la ventanilla y decidido, continuó con el recorrido para salir de ahí de una vez por todas.

*

— No lo vuelvas a hacer –suplicó regresando al baño.

— Lo siento, no pensé que sentiría eso –se disculpó deteniéndose en la puerta, <<él>> vio como la chica se agachaba para recoger algo detrás del retrete: era una llave de aquél lavamanos- así como tampoco sabía que podía tirarlo.

— Creo que tienes mucha fuerza… y la controlas mediante tus emociones –concluyó poniéndose de pie- al igual que todos –murmuró.

— Lo siento Kim, no volverá a suceder.

— Sólo te pido que… te controles al escucharlo o verlo, es demasiado pronto para que sepa lo que quieres.

— ¿Enserio me ayudarás? –Preguntó anonado. La chica dio un suspiro.

— Como te dije… haré lo que pueda.

 
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Viernecito de capítulo porque el domingo no subí c: y se los debía <3 sinceramente, no estuve agusto toda la semana porque debía capítulo y sentía una gran deuda :| así que aquí está y espero que lo disfruten c: gracias por ser pacientes, los quiero <3