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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

31 mar 2012

<< Capítulo once >>

Eran las 3: 30 am, era momento de ir a los dormitorios a inspeccionar que todo estuviera bajo control. En esta ocasión, no era necesario llevar la linterna ya que la luz funcionaba perfectamente y no había señal de que hubiera un apagón.
La señal de alarma resonó fuertemente por los pasillos ocasionando que hiciera una mueca y que sus hombros se encogieran, mierda, tal vez los despertó. Al entrar, todo era tranquilidad: echó una a cada habitación, al parecer, tenían el sueño pesado; con precaución, se acercó a la puerta 1010 y se asomó un poco –bufó- ni siquiera ese loco se había despertado, se encontraba durmiendo como un bebé — Eres un hijo de perra –murmuró sonriendo por lo bajo, en sus pensamientos ‘malvados’, creyó haberlo despertado y pegarle un gran susto, pero no fue así.
Todos dormían —Uh… -incluso Kimberly. Apretó sus labios y dispuesto con seguir con la inspección, dio media vuelta aún le faltaban 10 habitaciones más que ver pero, una extraña sensación en su nuca hizo que frenara en seco; aquella sensación se volvió curiosidad y sin poder soportar la tentación, regresó a la puerta 1014 y echó otro vistazo: La paciente había abierto los ojos.
— ¡Despertaste! –Kimberly pasó su mirada de sus brazos hacia la ventana de su puerta- ¿Cómo estás? –Preguntó dando una sonrisa. Kimberly le ofreció una confundida mirada y volvió a bajar su vista hacia su cama, anonada ¿por qué demonios no está amarrada?— ¿te sientes bien? –Volvió a cuestionarle y esperando una respuesta, recargó su frente en las barras de la ventana, pero sólo obtuvo un quejido —Uhm… pensé que te gustaría hablar… pero creo que no –se dio por vencido y se alejó de la puerta.
 
— ¿Qué pasó? –Preguntó mirándolo de golpe, al escuchar la pregunta, Tom se volvió a acercar- ¿Qué me hicieron? –Tom frunció el ceño confundido.

— Te inyectaron… sólo eso, ¿te sientes mal? –preguntó exaltado y agarró su radio dispuesto a llamar a una enfermera.

— No –susurró y Tom despegó su mano del aparato- es sólo que… no sé porque no me amarraron, tuve un ataque –le recordó.

— No fue grave, te calmaste antes de que la enfermera te diera el medicamento, no fue necesario hacerlo.

— ¿Me calmé… por mí misma? –Tom asintió.

— No recuerdas nada, ¿o sí? –La chica negó- Eso creí –susurró- no sé si eso sea normal… le tendré que preguntar a una enfermera sobre esto –le informó viendo como Kimberly se levantaba de la cama.

— Es normal, siempre me pasa –contestó tratando de controlar su equilibrio, aún estaba un poco mareada- Ugh… -se quejó al caer. Estaba débil.

— Mierda –susurró Tom alarmado y tan rápido como le fue posible entró a la habitación para auxiliar a la chica. Con cuidado, la ayudó a ponerse de pie y la sentó en la cama- aún así, les preguntaré –dijo volviendo al tema anterior- y también preguntaré si esto es normal.

— El medicamento me marea, claro que es normal –bufó- qué más da, si no me crees pregunta, de todas maneras te comprendo, yo tampoco me confiaría de alguien internado en este lugar –finalizó tratando de calmarse, quería pararse.

— No te levantes –le pidió- si dices que te marea, es mejor que te quedes acostada hasta que el efecto pase… — Calló de golpe ya que su cerebro no pudo evitar mandarle lo que David le había dicho en los elevadores “trata de ganarte su confianza… es menos probable que te lastime si llegas a ser su amigo, te lo digo por experiencia.” Hay que intentarlo-… y te creo.

— ¿Qué?

— Si dices que eso es normal, te creo –le fue más claro y le brindó una sonrisa. Kimberly rió sarcástica.
— No. No me crees, así que no me mientas –le dejó en claro levantándose de golpe pero no se pudo mover ya que Tom la había detenido de los hombros.

— Yo no miento –le aseguró entrecerrando sus ojos ¿mentiroso? No lo era, él repugnaba a las personas que mentían, las odiaba, él no podía ser uno de ellos.

<< — Tom, ven a comer. –Le ordenó su madre por octava vez.

Ya había pasado un mes desde que se fueron de casa y en todo ese tiempo, los gemelos aún no sabían nada de su padre y uno de ellos, aún esperaba a que la promesa que les había hecho, se cumpliera. Todas las mañanas, Tom se levantaba directamente al sillón que tenía detrás la ventana más grande de la casa que le brindaba la vista de todo el vecindario; desde la mañana hasta la noche, no se movía y si lo hacía, era sólo para ir al baño, casi no comía y es que él no se podía levantar ¿qué tal si su padre pasa buscándolo y no lo ve? ¿Qué tal si su padre se viene aproximando y no lo ve llegar? Tom quería ver a su padre, lo anhelaba, quería irse con él. —No lo repetiré Tom, ven a comer –volvió a ordenar.

— Pero, ¿y si mi papá está por llegar? –Preguntó recargando su mentón en el cojín del sofá. Bill, quien miraba la escena desde el comedor, bajó la vista a su plato y triste, comenzó a jugar con su comida, él también quería que su padre llegara.

— Tom, él no va a venir –le aseguró agarrando su hombro.

— ¿Cómo sabes? –Preguntó inocente- Papi me prometió que vendría.

— Una lección que debes aprender Tom: No todas las promesas se cumplen, no todos son honestos –con cuidado, lo alejó del sofá. Simon se puso de la altura de su hijo y levantó el rostro de éste- Tu padre no vendrá nunca y esa promesa se quedó en el olvido, cada palabra que salió en ese momento de su boca, era una mentira Tom… tu padre, no es una buena persona y es mejor que te vayas haciendo a la idea de que no lo volverás a ver jamás. Ahora, por favor, ve a comer junto con tu hermano y dejemos todo esto en el pasado, por favor.
Su madre lo guió hasta el comedor mientras que el pequeño echó su último vistazo con la última esperanza de que apareciera, pero no fue así, jamás apareció y aquella ventana que contenía todas ilusiones se volvió oscura y sombría: ya no había nada que ver ni que esperar. >>

— No te creo –la voz de Kimberly lo trajo nuevamente a la realidad.

— Te dije la verdad pero lo dejo a tu criterio… -se rindió con ella-… no es buena idea discutir en estos momentos –aseguró soltándola- es mejor que te deje descansar, que tengas buenas noches –se despidió encaminando hacia la puerta.

— Oye espera… -habló contra su voluntad-… ¿quién soy yo para tacharte como mentiroso? Perdón -se disculpó con un nudo en el estómago; no se disculpaba porque en verdad lo sentía, lo hacía, para poder ganar su confianza y poder llegar al tema de su hermano, Bill.

Tom sonrió — No hay nada que perdonar –le aseguró y un silencio incómodo se hizo presente. El de rastas pasó la vista por cada pared mirando con atención aquellos dibujos: eran sombríos, pero había algo en ellos que le gustaba…

— No pareces guardia –espetó- tu sabes, por esas cosas que tienes en tu cabello –hizo señas raras imaginando que en su cabeza había rastas, Tom rió.

— Todos se llevan una mala impresión de mí por eso… pero soy un excelente trabajador o bueno… ¿soy un buen guardia? –Preguntó con timidez. Kimberly, dio una pequeña sonrisa que Tom no pudo notar, ella no sonreía con cualquiera.

— Lo intentas, eso es algo… ¿te gustan? –le cuestionó al ver que volvía a pegar la mirada a sus dibujos.

— Tienes talento –admitió.

Y los dos comenzaron hablarse por un único objetivo: ganarse la confianza, pero las intenciones eran diferentes: Tom realmente quería conocerla y Kimberly sólo quería que todos sus “inquilinos” y él, la dejaran sola.

*
Aquí está el onceavo capítulo :3 espero que lo disfruten ¿listas para estás dos semanas de vacaciones? Yo siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii L_L realmente se necesitaban :( muchas gracias por leerme y que se diviertan mucho <3 

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2 comentarios:

  1. Esta super interesante la fic...
    Ahora bill kiere contactarse con tom.
    Que malo el padre de los twins..

    Siguela prontoo ... bye cuidate

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  2. Me gusta, me gusta definitivamente esta historia! :D
    Espero que en vacaciones puedas subir más seguido, por fa :B

    Adiós Arlyyyyy n_n

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