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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

4 ene 2013

Capítulo cuarenta y dos. {¡Feliz año nuevo!}

Notas: Er, bueno, sí. Feliz año nuevo... la verdad no quiero profundizar tanto en como finalicé el año, no lo terminé bien y tampoco empecé el 2013 bien. Siguen algunos problemillas familiares y son de los que nunca se olvidan pero bueno, siempre se ha dicho que lo que no te mata te hace más fuerte ¡y tanta razón! Basta de mí. Aunque es algo tarde quiero decirles que les doy toda mi buena vibra y les deseo que este año sea SU año para cualquier cosa que tengan en mente: alguna cosa pendiente, terminenla, alguna meta que quieran alcanzar, hagan hasta lo imposible para lograrlo y espero que este año les pasen cosas que merezcan más sonrisas que lágrimas. Las quiero lectoras, enserio, gracias por todo y por acceder a entrar a mi mundo con estas pocas historias.
¡BUEN 2013!



La palma de su mano se encontraba extendida en el aire, esperando paciente a que un diminuto copo de nieve cayera sobre ésta para comprobar que su tacto era un delicado cosquilleo.

Cerró su mano de manera a que quedara en forma de puño y la bajó lentamente poniéndola a un costado al tiempo que veía como un copo más caía lentamente sobre su nariz.

Sus ojos se cerraron y sus labios formaron una sonrisa… con que así se siente estar en el exterior.

Inhaló fuertemente todo el aire helado que pudo sintiendo como su interior se enfriaba completamente, pero no le importaba. Aquello se le hacía agradable, demasiado.

Despacio, se acomodó el enorme saco negro que yacía sobre sus hombros para afirmarlo bien y que no cayera sobre la ligera manta blanca. No quería ensuciarlo, aquella aprenda no le pertenecía. Y sin prisa alguna, bajó su mirada hacia el pequeño campo de girasoles que yacía en frente de ella pero lamentablemente, aquellas flores ya no radiaban en su color: lo blanco de la nieve las sepultaba sin piedad matando algunas en su paso. Estaban secas. Pero, aunque lo que ella más quería admirar era ese amarillo resplandeciente, no se deprimió; al contrario, sintió más asombro ante lo que la naturaleza le mostraba.

Así que, curiosa, siguió escarbando la tumba de girasoles para seguir admirando aquel espectáculo. Además, en su interior, tenía la esperanza de encontrar al menos una sola con vida.

Tom, quien se encontraba en compañía de Georg y el Dr. Jost (este último sin el saco que completaba su traje), hizo una mueca. Él no sabía que a pesar de todo, Kimberly estaba feliz. El guardia pensaba que la chica se encontraba un tanto decepcionada al descubrir que sus girasoles estaban muertos y que no podía admirarlas como se debía.

Nuevamente, se sintió mal consigo mismo.

Al parecer, no podía hacer nada bien cuando de ella se trataba: él solo la quería hacer feliz. Solo eso. Kim se lo merecía, ¡se merecía tantas pero tantas cosas! Pero… ¡mierda! Nunca le salen las cosas como lo planea.

En ese momento, se sintió un inútil.

Molesto, apartó la mirada de la chica que yacía sentada sobre sus rodillas sobre el muerto campo de girasoles, para mirar hacia un punto muerto. Tal parecía, que solo había sacado a Kimberly de su habitación para enfriarla… ¡oh lo que le faltaba! Ahora, tal vez y pescaba un resfriado por estar a fuera con esas temperaturas. ¡Ella no estaba acostumbrada a tanto frío!

«Perfecto Tom. Eres un genio», pensó con sarcasmo descubriendo unos finos zapatos negros a su lado. Alzó su vista para encontrarse con el Dr. Jost, quién se encontraba atento a lo que su paciente realizaba —o más bien—, trataba de averiguarlo. Desde donde se encontraban, no podían ver con exactitud qué era lo que Kimberly hacía y aunque querían estar cerca, Jost les dijo que no era buena idea: era la primera vez después de muchos años que la chica salía hacia el exterior, no era bueno hostigarla cuando lo que ella quería hacer era descubrir el mundo (más bien, el patio) con sus propias manos. Lo mejor era darle su espacio.

Aún no podía creer que el Dr. Jost no le haya impuesto demasiados “peros”. Más bien, no le dio ni uno solo.

Cuando fue a su oficina para proponerle sacar a Kimberly de su encierro, parecía que Jost le iba a responder con un rotundo “no” para después, sacarlo a patadas de su oficina. Y bueno, su predicción no iba mal: el doctor le dijo que no podía acceder a su petición haciendo parecer que la discusión terminaba ahí pero, antes de que Tom protestara, Jost continuó:

— No estoy seguro de acceder ante tu petición —repitió—. El Dr. Baecker aun no se retira del Hospital y si nos descubre, nos cuelga a los dos —infirmó alzando una ceja a modo de complicidad.

Tom pudo sentir como sus hombros se destensaban al entenderlo y no pudo evitar sonreír.

—Espera a que se vaya, él se retira a las 6:30. Cuando vea que todo esté en orden, entonces, irás por Kimberly. Yo los veré en la puerta que conecta hacia el patio, ¿te parece, Kaulitz?

En ese momento, los dos se habían convertido en cómplices y todo, porque ellos querían lo mismo: la felicidad de Kimberly. Fue entonces cuando Tom comprendió que el Dr. Jost había formado un gran cariño por la muchacha y llegó a pensar, por la forma en que la abrazó en cuanto la vio salir del pasillo (y por no omitir el hecho de que él la protegió al acto con su negro abrigo negándole la oportunidad a Tom o a Georg de prestarle sus chaquetas), que la veía como a una hija.

La verdad, no estaba al tanto si el Dr. Jost tenía o no familia o si tenía puros varones y por eso desarrollo ese amor paternal hacia la paciente. Eso no le importaba, en absoluto. Solo agradecía el hecho de que se preocupara por ella y la cuidara tanto como Tom procuraba hacerlo.

No. Más bien, agradecía que en ese lugar hubiera personas que realmente la atendían porque la querían y no por obligación desde antes de que él llegara: Jost, Gustav y al parecer, Georg igual.

Kimberly tenía familia después de todo.

—¿Qué ocurre? —le preguntó su amigo trayéndolo hacia la realidad. Tom, algo perdido, lo miró.

—Yo solo quería que viera a los girasoles que tanto le gustaban, pensé que iba a lograr que su sueño se cumpliera pero… —suspiró—. Las flores están muertas al igual que todo en este lugar —miró a todos los rincones señalando que todo estaba sepultado por la nieve—. Ni siquiera puedo hacer algo bien por ella —confesó en susurro.

—Idiota.

Los dos guardias voltearon hacia el doctor, que mantenía sus manos calientes en las bolsas de su fino pantalón. Georg iba a responderle a su compañero, pero Jost, al parecer, le había ganado la palabra.

—¿Qué no ves? —continuó—, ella está feliz. No importa que las flores no estén… ella lo está por el simple hecho de estar a fuera. —Los dos guardias volvieron a mirar a la paciente. Aunque la chica les daba la espalda, se podía distinguir que disfrutaba al cien por ciento del clima y de lo que sea que estuviera haciendo.

Jost sonrió.


«Ella está feliz porque se siente libre. No le importa saber que no es para siempre.»




Las manos de Kimberly se encontraban entumecidas y comenzaban a arderle; necesitaban calor. Pero ese era un lujo que no se podía dar en ese momento, después de todo, dentro de poco volvería a su habitación y podía calentarse luego, para eso, tendría toda su vida. Pero, quién sabe cuándo volvería a tener la oportunidad de salir, así que no. No se iba a detener, no importaba qué.

Ya llevaba un rato afuera y todavía no podía confirmar si todo era un sueño y es que para ella nada de lo que pasaba parecía real.

Hace ya tal vez una hora se encontraba en su encierro tratando de contar cuantas almas en total se encontraban afuera de su habitación tratando de entrar. Había descubierto que cuando se mantenía fría, es decir, sin ningún pensamiento rodándole por la cabeza y sin ningún tipo de sentimiento dentro de su piel, podía crear un campo de fuerza logrando así, protegerse de eso seres y, cuando se concentraba aun más, podía con ayuda de ese mismo campo, mandar descargas eléctricas destruyendo a uno que otro ser. Claro, éstos se volvían a formar dentro de unos minutos, pero se le hizo divertido descubrir que podía destrozarlos cuando ella quisiera.

—Ahora me toca a mí, “amigos” —advirtió dando una sonrisa de superioridad.

Venganza era algo más que Sam le había enseñado y lo único que había decidido aprender. Sabía muy bien que jugar con ellos solo los hacía enfurecer aun más, pero no le importaba: ellos la hacían sufrir cada día y ahora que había logrado encontrarse al mismo nivel, ella los haría sufrir cada minuto.

Su habitación se había convertido en un lugar seguro, por ahora. Pero algo hizo que esa gran barrera de poder, que solo podía ser vista por ella y por los malditos muertos, se destruyera de un parpadeo: sintió como su corazón latía fuertemente, esparciendo los latidos por todo su cuerpo. Aquello solo significaba una cosa: Tom había llegado temprano, mucho más temprano a su habitación.



Las almas corrompidas trataron de aprovechar aquella oportunidad, pero extrañamente fue inútil: aun sin la barrera no lograron llegar hasta ella, al parecer, algo más poderoso las mantenía alejadas y eso, solo sucedía cuando Tom se encontraba presente.

—¿Pasó algo? —preguntó tratando de fingir indiferencia. Como respuesta, obtuvo una sonrisa de su compañero comprendiendo que pasaba de todo.


“Eres un tonto”. Fue lo único que pudo exclamar ante, lo que ella creyó, una mala broma de su pareja. Tom sabía muy bien que ella y nadie de los que habitaban ese piso, podía salir hacia el exterior. Era una ley, la ley más sagrada que tenía ese hospital. Si uno salía era como la perdición de la humanidad.

Así de exagerados era el personal. Ilusos, les tenían miedo. Estaban aterrados de unas personas que habían abandonado la razón hace quien sabe cuántos años, eso era tan patético.

Pero nuevamente la seguridad de Tom que de alguna manera la aterraba se hizo presente ante sus ojos dejándole en claro que no se trataba de ninguna broma. Ella saldría al patio, esa misma tarde.

Sus piernas temblaban, tanto que estaba segura que si no fuera por su guardia, ella hubiera caído cruelmente al piso desde el momento en que salió de su habitación.

El recorrido que hacían, Kimberly se lo sabía de memoria: era el del último piso hacia el área de las oficinas de los psiquiatras pero esta vez, continuaron de largo. Su cuerpo ligeramente se tensó. ¿En verdad iba a salir? No. No. Ella no podía, no debía. ¡Estaba prohibido!

—Por fin verás esas flores que tanto te gustan —le aseguró Tom levantando su rostro ligeramente del mentón— y también, conocerás la nieve.

—¿Por qué haces todo esto? —preguntó inocentemente.

Tom sonrió.

—Porque quiero que seas feliz.

No pudo evitar que su labio inferior temblara así que tuvo que soltarse del agarre del guardia para que éste no la viera. Era un tonto, ¡un tonto! Siempre desarmándola con esa seguridad, con esa sonrisa, con su amor. Él era la única persona que la hacía débil, por eso era un ¡tonto! Pero…

—Me gusta verte feliz —le confesó apegándola un poco más a él.

Le agradaba. Comenzaba amar el sentirse débil a su lado porque de alguna manera, se sentía más protegida, fuerte y en calma.

Sonrió, lo sintió como una extraña ironía.

Después de eso, se encontraron con David, quien sin pensarlo dos veces, la cubrió con su abrigo para después abrazarla. Aquel gesto se le hizo extraño, él nunca la había abrazado, no importaba si realmente la respetaba o se preocupaba por ella, era la primera vez que le demostraba su cariño de esa manera. En esos momentos, su barrera ya no existía y sin más, le correspondió poco a poco el afecto y no le importó recargar su cabeza en su pecho.

«Papá —fue lo único que pudo pensar al sentir el calor del Dr. Jost—. Tu también quieres verme feliz… papá», una vez más su labio inferior volvió a temblar pero esta vez, no se molestó en ocultar sus ganas de llorar, aunque dio igual, ninguno de los dos hombres se percató de ese suceso haciendo sentir a Kimberly tranquila. Más de lo que ya estaba.

Al parecer… ella aún tenía una familia.

—¡Aquí está! —gritó tan fuerte haciendo que los tres hombres se acercaran rápidamente hacia ella.

La chica se puso de pie haciendo que una gran cantidad de nieve cayera de su regazo. Su cuerpo se entumeció desde la raíz del cabello hasta el dedo chiquito del pie. Mover un músculo se le hacía imposible pero eso no logró que la sonrisa se le desvaneciera. Por fin había encontrado el girasol: no era lo más bello, ni lo más perfecto. Pero era su flor y era lo único que importaba.

—Yo sabía que estabas ahí pequeña, esperando a que alguien te rescatase de ese cruel encierro —murmuró acariciando los radiantes pétalos amarillos, dejando atrás todas aquellas flores secas y muertas que estaban dispuestas a acabar con la vida de ese pequeño.

Kimberly había encontrado el sol del jardín. Y los tres hombres también.

Kimberly se maravilló de lo fuerte que radiaba. Y los tres hombres se maravillaron de lo fuerte que radiaba ella.

Sí. El único sol del jardín era la mujer que sostenía ese girasol, era Kimberly.

Y sin darse cuenta, una nueva barrera se había creado: era una de luz y mucho más fuerte que la anterior. No contenía rencor y no había sido creada para exterminar.

La barrera simplemente brindaba calor, dándole a todas las almas que se encontraban a su alrededor, paz. Aquella barrera… estaba sanando sus heridas y como si fuese un llamado de salvación poco a poco más seres fueron apareciendo en cada rincón del hospital, acercándose a los grandes ventanales para admirar aquellos rayos de sol invisibles que se esparcían por el lugar.

Por primera vez, durante mucho tiempo, en ese cruel hospital… había paz.

—¿Lo sientes, Sam? —cuestionó Bill sintiendo la calidez de la alma de Kimberly. Poco a poco, el pequeño Kaulitz recuperaba su vivo color—. Es algo maravilloso.

—Sí —confesó encajando su mirada en la mujer para después, poner bajo su mira al guardia—, pero no durará para siempre.

Notas finales: Kimberly es tan fuerte y frágil a la vez, ¿no creen? Me retiro a escribir, es momento de dejar los problemas atrás que no me dejan pensar con claridad xd. ¡Espero y les guste este capítulo! *-* Buenas noches. 

1 comentario:

  1. Sam me das coleraa.. Me da miedo pensar en ques es lo q haras para q Tom y (tn) no edten juntos..!!
    Arleee amo tu fic.. Lo sabes sigielaa prontoo.. Cuidate animos muchos exitos este 2013 ;D estoy segura q tus problemas se arreglaran. xDD
    bye cuidate

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