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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

27 abr 2013

Capítulo sesenta y tres



Para unos ojos cualesquiera, el interior de la habitación seguía igual que siempre pero, para alguien como Kimberly, la cosa no era así.

Una niebla color morada con ondas azules se podría observar con claridad en todo el interior de la pequeña estancia (incluyendo el cuarto del baño) y al a vez, algo parecido a humo, rodeaba varias partes del lugar. Todo estaba protegido gracias a ese extremo campo de fuerza que Kimberly había creado antes de encerrarse en su propia mente dejando a su cuerpo como un simple contenedor vacío.

La chica yacía en esa misma posición después de que torturó a Bill, Sam y Jeny y los mandara a quién sabe dónde; eso dependía de ellos y de lo que más deseaban y odiaban en este mundo. Aquel deseo si distorsionaría en una pesadilla que Kimberly ignoraba crear. Ella no sabía nada, sus sentimientos habían tomado control sobre ella haciéndola hacer cosas increíblemente imposibles. Pero eso no importaba, no, ya nada importaba.

Su contenedor vacío se encontraba sentado en medio de la cama, abrazando fuertemente sus piernas y mirando perdidamente el piso o tal vez, las sábanas. Realmente no se sabía la dirección, sus ojos yacían casi muertos: ya no habría brillo en ellos, estaban opacos, se podría decir, casi negros. Su cabello castaño, aquel que estaba bien cuidado aunque contara con champú barato, ese que deja el pelo completamente duro, había perdido vida también: parecía como si no se lo hubiera lavado en meses aun pasando verdaderamente dos malditos largos días en soledad. Varios mechones estaban pegados en su rostro y otros caían con facilidad sobre sus ojos. Su cara había sido escondida y lo único que podía distinguirse de perfil era su boca. Labios quebradizos, pero aun con color, entre abiertos pero parecía no exhalar e inhalar nada. ¿Para qué? No había absolutamente nada dentro de ese cuerpo que necesitaba vivir. El alma de Kimberly se había ido y tal vez no regresaría en un buen rato.

Pero, otra vez, ¿para qué volver? No había nadie esperando por ella. Le habían quitado a la pequeña familia que había tardado en reconocer: le arrebataron a un padre, a un hermano y a un novio. Justo cuando disfrutaba de la vida una vez más. No había razones para regresar. Ya nadie velaba por ella, nadie. Era mejor irse de una vez…

—Es inútil, sólo conseguirás desintegrarte —aseguró Sam observando cómo Bill intentaba una y otra vez traspasar aquel enorme campo que invadía gran cantidad de espacio del pasillo exterior. El único lugar a salvo era a seis metros de distancia desde la puerta de Kimberly. Era exageradamente grande, aquel campo de energía parecía una gran bola llena de sustancia brumosa color morada, niebla y energía eléctrica. ¿Eso era capaz de hacerse? ¿Era posible? No lo sabía, pero sí podía afirmar, era aterrador para alguien como él.

—¿Qué podemos hacer? —se atrevió a cuestionar Jeny, abrazando al exhausto pelinegro (que yacía jadeando en el piso) y a la vez, evitándole ponerse nuevamente de pie—. ¿Ayudarla desde aquí?

Los labios de Sam se fruncieron. —No se me ocurre otra cosa mejor.

—¡Mierda! —gritó Bill forcejeando desde el suelo—. No podemos hacer eso, ¡no otra vez! —el chico rubio sólo se encogió de hombros.

Bill no entendía, ya no había opciones.

—Esto es impenetrable —susurró estupefacto tratando de comprender cómo Kimberly había sido capaz de crear semejante energía. ¿De dónde había sacado la fuerza?

Pero mientras él se preguntaba aquello, otra personita se preguntaba algo mucho más importante: ¿cómo se encontraba ella? La pequeña Kimy estaba preocupada, desesperada, asustada. Sabía muy bien que la persona que yacía dentro de ese campo de energía estaba sufriendo, no estaba pensando con cinco sentidos, ¡algo malo le había pasado! Rayos, rayos, rayos. Debía entrar, ¡debía estar con ella!

Sus ojos se abrieron de golpe. « ¡Yo soy ella!»

Los lamentos de Bill habían bajado lo suficiente para percatarse de que Kimy estaba dispuesta a atravesar esa gran “esfera” morada sin importar el costo. Todos se alarmaron y Sam logró detenerla del hombro.

—¿A dónde crees que vas? —le reprendió.

—Iré a… verme —Sam negó.

—Nadie entra, es muy peligro. ¿Oíste?

—¿Cómo puede dañarme algo que yo hice? —aquella pregunta le tomó por sorpresa y sin querer, la había soltado.

Kimy se giró y miró a Bill y a Jeny quienes seguían rogando con la mirada de que no entrase. Pero, después ella sonrió y el pelinegro comprendió que tal vez ella podría ser la única solución al problema.

—Nosotros seguiremos aquí —Kimy asintió.

—Trataré de calmar un poco las cosas.

Lo prometió como una pequeña niña que todo reto lo veía sencillo, no importaba si era todo lo contrario, ella lo lograría.

Al girarse, miró con atención todo lo que yacía dentro del campo de energía y como pequeños rayos azules se asomaban de vez en cuando. Podría desintegrarse, tal y como Sam había dicho momentos antes pero no. Su creación no podría matarla, ¿verdad? «Aunque sé que yo no lo hice».

Cerró sus ojos, movió su pie y sin mirar atrás, avanzó.

—Espero que sepa lo que hace —dijo mirando duramente a Bill. Se alejó de aquel campo y se recargó en la fría pared, a poca distancia de sus compañeros.

—Yo también.

Kimy había traspasado sin problemas. El campo de energía se abrió exactamente a su figura dejándole pasar. Parecía que la estaba esperando desde hace tiempo.

«Yo también espero que sepas lo que hagas, Kimy».

Desorientado, alzó su vista a Jeny quien por fin había decidido soltarle. Sin decir ninguna palabra, también se alejó.

Sam y Jeny han estado actuando demasiado extraño desde que volvieron a la realidad. Se preguntaba qué fue lo que ello vieron: ¿cosas buenas o malas? Y luego, se preguntó si uno de ellos realmente deseaba quedarse en aquella realidad inexistente.



Su mirada y su mente se habían perdido en aquel café negro barato que ofrecían en la estación de policía. Todavía estaba caliente, veía el humo con claridad: debía tomarlo, estaba cansado y eso lo reanimaría un poco o bueno, eso fue lo que le había dicho ese detective.

Y lo necesitaba. Realmente lo necesitaba si quería volver a ese hospital y sacar a Kimberly por la fuerza si era necesario. Necesitaba estar en sus cinco sentidos, despierto y con energía suficiente pero, primero, necesitaba salir de ahí.

Su cabeza dio contra el escritorio y soltó un leve gruñido. Ya no había manera de salir.

La puerta se abrió y rápido, se enderezó. El detective Smith entró con un legajo bien guardado debajo de su brazo. ¿Su expediente, quizá? Él también portaba ese café barato de la estación pero a diferencia, el detective parecía disfrutar demasiado de su amargo sabor.

—¿Cuándo saldré de aquí? —preguntó inmediatamente cuando el detective tomó asiento. Tom se removió un poco, estaba nervioso. No. Ansioso, sí, esa era la palabra: estaba perdiendo mucho tiempo. Dios, ¿cómo estará Kimberly? ¿Qué le estarán haciendo? ¿Nada? ¿Estará acostada? Su cuerpo se heló, ¿estará sedada?

El hombre que portaba una simple camisa blanca con una corbata gris y pantalón del mismo color exhaló pesadamente el aire soltando ligeramente el olor de ese café que tomaba como si su sabor fuese exquisito.

—Dentro de tres días —soltó sin más y Tom dejó caer las manos sobre la mesa debido a la sorpresa.

—¿¡Tres días?! Pero… pero ¡usted me dijo que si accedía a ayudarlos saldría…!

—¡Dejaste a tu compañero en un estado semiinconsciente! Un poco más y lo hubieras matado —Tom apretó sus dientes.

—Se lo merecía —aseguró con asco.

—Recibirá su castigo, tienes mi palabra pero antes, tú tienes que cumplir con el tuyo. —Hizo una pausa—. Así es la ley.

Tom negó rendido.

—No entiende, ¿cierto? Debo irme ya, alguien… ella, me necesita, ¡debo ir por ella!

—Y eso es lo que hará. La sacaremos de ahí, sacaremos a todos de ahí pero debe cooperar.

Su mandíbula se endureció.

—¿Cuánto tiempo nos tomará eso? —el detective guardó silencio por unos segundos y eso le bastó a Tom para mandarlo a la mierda—. ¡No puedo perder más tiempo aquí! —aseguró poniéndose de pie ocasionando que la silla diera contra el suelo y que el detective se alarmara.

—¡Pon un pie fuera de este lugar y te hundes! ¿Me escuchas? ¡Te hundes! —logró articular ya de pie y señalándole acusadoramente.

La mano de Tom se alejó de la manija.

Si salía de ahí los policías de afuera lo arrestarían en un abrir y cerrar de ojos, perdería el trato que había logrado hacer con el detective Smith y lo encerrarían por más de tres días. Y eso sería peor.

«¿Qué hago? Alguien… ¡díganme qué debo hacer! —cerró fuertemente su mano—. Debo irme, debo ir por Kimberly, ¡mierda, mierda, mierda! »

El sonido de un golpe hueco se escuchó logrando en el Detective Smith un estado de relajación: lo tenía en la bolsa.

—Está bien. Me quedaré —y antes de que Smith pudiera sonreír, añadió—: pero al poner un pie fuera, no importa lo que usted diga, lo que Baecker haga: ¡yo iré a ese puto hospital a verla! ¿Me entendió?

—Mientras tengas cuidado —asintió—. Y bien, ¿por fin harás la llamada a la cual tienes derecho?

Tom entrecerró sus ojos.

—Depende.

Smith encarnó una ceja.

—¿De qué?

—¿Habrá salida bajo fianza?



Ahí estaba, enfrente del compartimiento vacío. Visualizó una charola de comida: toda estaba intacta. ¿Por qué no le insistieron para que comiera? Qué extraño. Las enfermeras siempre se quedaban con ella hasta que terminara sus alimentos, ¿por qué ahora la dejaron sola?

—¿Qué te hicieron Kim? —cuestionó apretando un poco el brazo del contenedor—. ¿Por qué no comes? Se ve que está rica lo que prepararon hoy —mintió mirando la bandeja de reojo—. ¿Qué te parece si comemos juntas, sí?

No hubo respuesta.

Kimy se estremeció: una pequeña descarga sucedió a su lado, cerca de su oído derecho. Esto iba de mal en peor: el color morado se hacía más y más espeso y la bruma más y más sofocante.

«No te alteres, tranquila. Siempre debes estar tranquila».

—¿Te tomaste tus pastillas? Debes tomarlas, recuerda que esas son las importantes —recordó inútilmente apretando un poco más su brazo—. ¿Las tomaste? —nada—. Kim por favor… vuelve, tienes que volver… por favor, ¡por favor!

Pero ese cuerpo, no se movió ni lo más mínimo.

¿Qué sucedía en su interior? ¿Por qué no la escuchaba? ¿Seguía viva? Sí, pero… entonces, ¿por qué no reacciona?... ¡¿Dónde demonios se había encerrado?! ¡En dónde!

«No regreso porque nadie espera a que lo haga» dijo una chica en posición fetal.

Estaba perdida en un abismo negro que, estaba segura, era su mente.

Sus ojos se abrieron con pesadez. Estaba acostada en la nada, la mitad de su rostro estaba cubierto debido a la oscuridad y sólo una simple lágrima logró brillar entre aquella intensa bruma que en esos momentos, sentía como su hogar.

«No regreso porque no hay nadie del otro lado. Sigo sola».


Nota final: Desde la madrugada que tengo listo el capítulo, pero el sueño me venció :c. Bueno kjfhkjdsgfkdjgsf en mi cabeza creo que foi está apunto de terminar, no es que le queden cinco capítulos, le faltan más pero no exceden los 20 o.o kjfasdgfkjdfkds y bueno, espero que disfruten de esta lectura *-*. Muchas gracias por leerme y tenerme paciencia x.x !!!!!!!!! 

2 comentarios:

  1. Estoy confundiaa!! Que paso segun entendi Kim hizo algo para q Tom no la recordara y este obvio se olvido de todo y Bill salio del coma!! Eso en el capitulo anterior pero hoy sale Bil Sam y Jenny y Kim intentado ayudarla y Ton intentado rescatar a Kim!! Me bloquee.. :$

    Obvio prefiero mil veces q Kim no haya echo nada y Tom la recateee!! No quiero q acabee pero si quiero saber como terminara esta hermosa historia! Contradictorio no? Hahaahaha siguelaa prontoo.. Cuidate bye :D

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    1. Holi Jeni:3 vine a resolver tu duda lml kdhfskjdgf soy un amor dd. Kim no hizo algo para que Tom lo olvidase, todo lo contrario, hizo algo sobre Bill, Jeny & Sam. Cuando estaban con ella en la habitación y trataban de calmarla Kimberly se salió de control y los encerró en otro "mundo" (por así decirlo) pero ella no se dio cuenta de eso ya que no está consciente de lo que puede o no hacer con sus "poderes". En el mundo dónde encerró a Bill, Kimberly no existía, Simón y Jörg nunca se separaron, por ende, Gordon nunca entró a sus vidas y Tom tenía una excelente relación con Simone como madre-hijo :)
      Todavía no se sabe adónde mandó a Jeny y a Sam. Es un misterio e.e por eso Bill dice o más bien, piensa "Sam y Jeny han estado actuando demasiado extraño desde que volvieron a la realidad. Se preguntaba qué fue lo que ello vieron: ¿cosas buenas o malas? Y luego, se preguntó si uno de ellos realmente deseaba quedarse en aquella realidad inexistente. " Y eso, espero haberte resuelto la duda c': gracias por leer *-*

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