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Tercera novela. (Fandom: Tokio Hotel/ HIATUS)

3 abr 2013

Capítulo sesenta y uno



Era imposible, no podía, no resistía.

Cayó.

Sus rodillas golpearon con fuerza el frío suelo. Todos los presentes la miraron estupefactos al tiempo que se escuchaba como la tormenta de nieve golpeaba las viejas paredes del hospital, parecía como si aquello también quisiese participar en esa pelea pérdida e inútil. Bill y Jeny la observaban con compasión mientras que la cadena de las almas en pena se rompía, aquellos seres se desvanecieron en segundos.

Sam se quedó perplejo y furioso, se giró hacia Kimberly: estaba dispuesto a reclamarle y a exigirle a que se pusiera de pie pero… no pudo. No era tan miserable para obligarla a pelear, no en ese estado, no destrozada.

—Baecker… —pronunció su nombre entre dientes, conteniendo toda su furia en sus puños—, ¡¡eres un maldito!! —las luces parpadearon al grado de fundirse. Otra persona pudo haber pensado que era una falla eléctrica, pero Kimberly no, ella sabía muy bien que se trataba de la energía de Sam siendo expulsada sin control.

Sonrió sintiendo un vacío en su interior. ¿Qué hacía él ahí? Acaso… ¿acaso vino sólo para burlarse de ella? ¿O vino a ofrecerle su apoyo? Sam, ¿por qué regresaste?

—Devuélvemelo —pidió una vez más sintiendo su cuerpo como una frágil hoja de papel. Sus movimientos eran torpes y no coordinaba bien: tambaleándose, se arrastró hacia las piernas del director. Sentía que iba a caer en cualquier momento y para impedirlo, logró pescarse de la bata de su superior.

—¡Kim! —soltó Jeny con un gesto de asombro. Acto reflejo extendió su brazo, dispuesta a jalarla lejos de ahí pero, nuevamente, la mano de Bill sobre su hombro, la detuvo—. Mírala, ¡no debe humillarse así!

—Lo sé, pero si te acercas… no sé que podría pasarte —informó señalándole con la mirada el extraño color morado que se había formado alrededor del cuerpo de la paciente. Al parecer, inconscientemente, Kimberly había creado un escudo con la energía que le quedaba—. Por eso ellos no regresan —concluyó haciendo que viera a las almas vagar por el pasillo.

Los ojos de Baecker se entrecerraron.

—Te lo ruego, devuélvemelo…

—Ya no tendremos esta conversación. Ahora, ¡suélt…

—¡¡Devuélveme mi vida!! —gritó sintiendo que su garganta se desgarraba. Apretó más su agarre obligando al Doctor inclinarse—. Devuélveme todo lo que me quitaste… hazlo… hazlo… —el piso de la nada se hacía más lejano, ¿qué pasaba? Oh, la estaban levantando.

—Sólo recuéstenla —ordenó señalando la cama. Los dos guardias asintieron y dejaron caer el cuerpo de Kimberly como si se tratase de un trapo viejo, después, salieron de la habitación y se quedaron esperando a que su superior saliera—. Alguien como tú, no tiene vida. Recuérdalo.

La puerta se cerró y Kimberly sintió su cuerpo otra vez. Seguía llorando: sólo quería despertar de aquella pesadilla, despertar y verlo, eso quería. Tom… se lo habían llevado y ella no pudo hacer nada, se lo habían quitado, ¡se había ido!

—Vuelve… Tom… no me dejes.

—Sam, no —advirtió Bill deteniéndole del brazo—. No es el momento, déjala… si la tocas…

—No me importa —dijo casi en susurro y sin dificultad, se soltó del agarre para irse a sentar a un lado de Kimberly, pero algo en él dolió.

—¿S…Sam? —lo llamó Jeny con miedo en sus ojos, algo no estaba bien.

¿Era posible sentir dolor estando muerto? Si era así, entonces, deseaba morir una vez más. Aquello lo estaba torturando, ¿qué pasaba? No podía mover su cuerpo, pero sí sus ojos: miró a Kimberly, ya no sollozaba, ya no se movía. Algo le estaba ocurriendo y no era algo bueno.

—Fuera —logró escucharse.

—¿K…Kim…?

—Fuera. —repitió un poco más claro esta vez, alzando su cuerpo del colchón. Su cuerpo podía moverse, pero parecía que su mente continuaba ida.

—No podemos irnos —informó Bill—. No te podemos dejar en este estado y… tampoco podemos acercarnos. Kimberly, te lo pido, por favor, tranquilízate y déjanos…

—¡¡Fuera!! —gritó dejando completamente inmóvil al rubio.

Jeny tomó su pecho, le faltaba el aire pero… ¿cómo? Llevó sus manos hacia su cuello, parecía que se quería arrancar la piel, lo que fuese para poder respirar de nuevo. Desesperada, se dejó caer al piso y daba grandes bocanadas de aire, el cual, no podía entrar en su sistema. Ya que en sí, ella no existía.

—¿Qué… está pasando? Kimberly, ¡basta, los lastimas! —pidió Bill abrazando el cuerpo de Jeny. El cuerpo de Kimberly tomó asiento en la orilla de la cama, a un lado de Sam y fue ahí cuando el pelinegro pudo observar su rostro: su mandíbula estaba endurecida y sus ojos no tenían vida. Parecía que había entrado en un trance que su propia energía había ocasionado. Esto era malo, muy malo.

Observó por la puerta como todos los seres se movían de un lado al otro, ¿trataban de escapar? Y si era así, ¿por qué? ¿Qué iba a suceder?

—Devuélvanmelo —exigió y esa no era su voz. La que habló parecía ser una mujer madura que guardaba demasiado rencor en su interior.

El labio inferior de Bill tembló.

—Yo también lo quiero devuelta.

El aura color morado se extendió en un santiamén por toda la habitación, parecía que Kimberly estaba haciendo un último esfuerzo por contener toda aquella energía.

—¡Devuélvanme a Tom!

Jeny ya no aguantaba y Sam estaba congelado pero sentía su interior arder. Era espeluznante.

—Kim… basta —las lágrimas comenzaron a brotar—. Esto no hará que regrese…

—Eres su hermano ¡y no lo protegiste! —la boca de Bill se abrió.

—¡Estás equivocada!

—No lo protegiste, no lo hiciste. Tú también querías que lo separaran de mí, ¿no es cierto? ¡¿No es cierto?!

—¡No!

—¡Mientes!

—Ah… B…Ah... ill. —la voz entrecortada de Jeny comenzaba a desesperarle. No podía hacer nada, Kimberly lo había inmovilizado al igual que Sam.

—Todos mienten... ¡¡todos lo hacen!!

Aquella energía comenzó a brillar. El color morado se hizo más fuerte y Bill estaba seguro, Kimberly no iba a detenerlo por mucho más.

Mamá y papá le mintieron. La dejaron, la olvidaron en ese lugar. Se avergonzaban de ella, deseaban nunca haberla tenido, lo sabía, ¡lo sabía!

—Madre… padre… —las lágrimas seguían saliendo sin control—, ¡¿por qué?!

Bill se abalanzó contra el cuerpo de Jeny, dispuesto a protegerla: la energía se había liberado, por fin. Pudo sentir como todo su ser era acobijado por una sensación cálida y abrumadora, era como si hubiese entrado en un remolino de sentimientos encontrados. Sólo deseaba salir de ahí… ir con su familia, sentirse a salvo. Quería ayuda.

—¿T…tú? —balbuceó al ver fugazmente a una pequeña niña que se parecía a Kimberly. ¿Qué hacía ella en ese lugar?

—Lo siento, me rechazó por completo.

Bill sonrió.

—Ya veo…



Sus pasos se detuvieron al ver a sus compañeros ir hacia él. Al parecer, el espectáculo había terminado y Kimberly se había quedado sola, eso lo hizo retomar su marcha. Las llaves sonaban en la bolsa de su pantalón al chocar, hace mucho que no corría por una paciente, ni se sentía desesperado o angustiado por un inquilino. Todo eso había sido hace unos años, con Jeny.

—¿Va con Kimberly, Listing?

Baecker, ¿por qué no lo vio? ¿Estaba demasiado absorto en sus pensamientos que no lo vio pasar a su lado? Maldición, estaba tan cerca…

—Yo…

—Dígame, ¿qué fue lo que le hizo acceder a desafiarme?

—¿D…disculpe? —Baecker le dio la espalda.

—Debió de haber tenido una gran amistad con Kaulitz para ayudarle a llevar ese “romance” con la paciente de la habitación 1014 —su cuerpo se heló—. Oh, en fin, ese hombre no pisará esta institución, otra vez.

—¿Dónde está Tom ahora? —calló de golpe al sentir la fría mirada de su superior sobre él.

—Debería preocuparse por usted en estos momentos. Y por cierto, si se acerca a esa habitación le aseguro que tendrá el mismo destino que su compañero.

Georg miró de reojo el pasillo visualizando la puerta de Kimberly. Sabía que no debía dejarla sola, sabía que debía ir y decirle que Tom volvería pronto, que no se desanimara pero… no podía mentirle. Ni siquiera él sabía si iba a regresar.

«Ni siquiera sé dónde está —sus dientes se apretaron—. Mierda, ¿¡qué sucedió ahí dentro?!»



Todos se miraron entre sí. Habían sentido un pequeño escalofrío recorrer sus espaldas, pero después, no le dieron importancia y siguieron con sus labores aunque claro, no estaban concentrados: todos se preguntaban y hacían indagaciones acerca de lo ocurrido con los dos guardias y la paciente del último piso.

Roy había sido llevado al hospital de inmediato. Todos aseguraban que estaba inconsciente y que tal vez, podía entrar en coma debido a los golpes dados, claro, todos eran rumores.

Y acerca de Kaulitz, lo único que supieron de él fue que había sido trasladado a la estación de policía y que su entrada al hospital, estaba prohibida, de por vida.

—¿Usted que piensa, Detective Smith?

—No es mucho pero… creo que será de gran ayuda para este caso —murmuró dejando el legajo sobre el escritorio—. Podría ser nuestra oportunidad. Podría.

Su subordinado hizo una mueca.

—¿Podemos contar con un muchacho como él? Quiero decir, mírelo, ¿está completamente en sus cinco sentidos?

—Sólo le diré que, el que no arriesga, no gana.

Su subordinado se cruzó de brazos y vio a su jefe entrar a la sala de interrogatorio. Dejó el legajo sobre la mesa, Tom ni se inmutó con su presencia: le preocupaba más otra cosa que el ser interrogado. Le preocupaba Kimberly… debía llegar con ella.

—Ya le dije todo —le recordó moviendo un poco sus manos. Las esposas comenzaban a calarle.

—Lo sé. Su declaración está siendo procesada en estos momentos —informó—. Ahora, Sr. Kaulitz, me gustaría que hablemos de otra persona.

—¿Otra… persona? —el Detective asintió.

—Hábleme de su jefe, el Director Baecker.


Nota final: Sólo diré que... se viene algo interesante con Bill e.e, espero y disfruten de la lectura *w* 

1 comentario:

  1. Ay sii q investiguen a Beacker!!
    Esta muy interesantee . Pobre Kim..
    Yo estoy segura q Tom volvera por Kim pero me angustia el tiempo q tardaraa!!!

    Siguelaaaa amo tu fic es hermosaaa.. Ojala Bill pueda regresar .. !!
    Bye cuidate :D

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